Nuestra entrada anterior del 2 de febrero de 2014, tuvo el propósito de establecer entre la maraña verbal  del Gobierno, la oposición y los medios, qué es lo que ocurría realmente. El jueves 6-2-14 escuchamos por primera vez en un programa radial hablar sobre el ajuste a los integrantes de la mesa de periodistas.

Entre el 2-2 y el 6-2 se aumentó la tasa de interés, la Presidente anunció la posible eliminación de los subsidios al gas y a la electricidad, aunque fuera parcialmente. Sobre aumentos salariales de emergencia ni una palabra. Por el contrario,  se continúa hablando de las paritarias, las que se desenvolverán a lo largo del año. Es más, el señor Caló –CGT oficialista- dijo que podía resignar aumento si se establecía un mecanismo de defensa del empleo. Es decir, el dirigente sindical explicita que hay una crisis, un ajuste enorme y el nivel de empleo  -consecuencia directa de este tipo de ajustes- podría verse seriamente afectado. También, se dejó trascender que la Rosada trata de imponer un tope a las paritarias: ¿acaso no deben los sindicatos ser parte interesada y protagonistas en el cuidado de los precios?; ¿no es parte de la función sindical el cuidar el salario y esto no es solamente pidiendo aumentos? Esta es la lógica del Gobierno para ajustar, también, a los salarios.

El ortodoxo ajuste impuesto por un economista de cuño marxista y el Jefe de Gabinete, está en marcha con éxito inicial y la Presidente lo ratificó, inclusive, anunciando un magro 11% de aumento a los jubilados.
A tanta gente que hemos explicado estos hechos resulta casi imposible separar el análisis de los hechos de las malas  opiniones que tienen sobre el Gobierno. Pero estos detractores que se niegan a aceptar que el Gobierno ha hecho lo que el manual indica para estas situaciones –aún no reconocidas por el Gobierno, valga la paradoja- con el inconfensado propósito de no aceptar que el Gobierno ha dado cuenta íntimamente de la situación y ha tomado medidas en el sentido correcto.
¿
Indica el hecho del ajuste que el Gobierno salga de la mala situación en la que se fue metiendo? No necesariamente. Las medidas son necesarias pero no suficientes para el éxito de un plan antinflacionario.
Nos preguntamos si, finalmente, el Gobierno no tiene éxito ¿qué podría ocurrir? El diputado Recalde nos da una idea de lo que podría ocurrir cuando planteó la recreación de la Junta de Granos, es decir, la reinstauración del monopolio estatal en la comercialización de los granos.  No alcanzan ya las exorbitantes retenciones. Y esto nos da pie para la siguiente posible fase que intente el gobierno.

¿Qué ocurrirá si el ajuste ortodoxo fracasa? Que saldrán muy sueltos de cuerpo a decir que lo que esperaban los asquerosos neoliberales falló y bla, bla, bla. ¿Es todo? No. Podrían continuar con la expansión del Estado a través del establecimiento de monopolios en diversidad de actividades. Lo de la Junta de Granos pareciera ser la más anunciada, en el intento de azuzar al campo a “largar los dólares” que estarían reteniendo al acaparar productos.

También el Gobierno podría intentar otras formas bien peronistas, bien socialistas, bien radicales, como hacer operar a los bancos privados por cuenta y orden del Banco Central de la República Argentina; intimidar a los Rocca con la estatización de Techint y otras más.

Pero mantengámonos en la amenaza concreta: la Junta de Granos. Es una medida que podría no disgustar a los socialistas de Binner, al radicalismo de Alfonsín o a Pino Solanas. Si alguno de éstos llegara a la presidencia en el 2015, seguramente no eliminarán al organismo -si se crea- sino que lo atenuarían. Esto es una opinión del tipo predicción, es decir, de las más fáciles para equivocarnos.

La medida le daría inicialmente al Gobierno dinero, manejo del comercio exterior de granos y del mercado interno. En el largo plazo, genera encierro, disminución de calidad y cantidad por desalentar a la inversión y crisis. El Gobierno podría rescatar, también,  un intento en tiempos de Néstor  de aplicar la matriz productiva por regiones, zonas y hasta establecimientos.  Por menos de dos años que faltan para que termine este Gobierno, todo sería caos, disgusto, combates cuerpo a cuerpo entre los sectores y el Gobierno, pero de bajo impacto en la economía inmediata ya que si la medida se toma en medio de la cosecha, es todo para el Gobierno. El desastre alcanzaría al nuevo gobierno.

El campo ha amenazado con medidas masivas ante esta posibilidad. No dudamos que un combate como este obrará como un gran distractor en tiempos en los que el Gobierno ve las consecuencias de sus políticas, las que no piensa asumir.  Podrá declarar el estado de emergencia, la ansiada aplicación de la ley de abastecimiento y hasta la cuestionada ley antiterrorista. La propia Procuradora General de la Nación, la revolucionaria Gils Carbó, inició un expediente para investigar la conducta de empresarios en la suba de precios: ¿subversión económica?

No podemos intentar proyectar más que lo dicho. Ciertamente es deseable que el ajustazo tenga resultados positivos, principalmente por los ahorros que debe hacer el Gobierno en sus cuentas, origen de la inflación argentina. Varios gobernadores han anunciado sus ajustes locales, en consonancia  con el Gobierno Nacional.

Para terminar, vamos a una historia real. Rusia estaba en guerra civil: los bolcheviques contra los ejércitos Blancos y en medio de esta guerra los bolcheviques desarrollaron el grueso de las nuevas políticas comunistas: economía planificada, erradicación del comercio y de la propiedad privada, se comenzó a reemplazar al dinero mediante el racionamiento universal. Se confiscaron las cosechas de los campesinos, reclutaron a millones de personas para los ejércitos de trabajadores que se usaban en el “frente económico”; persiguieron a sacerdotes, creyentes, toda oposición o manifestación de disenso y desarrollaron una guerra frontal, sangrienta contra la “burguesía”, expresión del odiado individualismo que intentaban sepultar a sangre y fuego. En 1921, “las políticas instrumentadas por el comunismo de guerra habían arruinado la economía soviética y condenado al hambre a gran parte del campesinado.  Una cuarta parte de los campesinos de la Rusia soviética corría el riesgo de morir de inanición. En todo el país, los campesinos se sublevaron contra el régimen bolchevique y la confiscación de granos, en una serie de rebeliones que, según el propio Lenin, eran “mucho más peligrosas que todos los Blancos juntos”. En gran parte de la Rusia rural, el poder soviético prácticamente había desaparecido y los campesinos tomaron el control de las aldeas y pueblos y cortaron el abastecimiento de grano a las ciudades. Los obreros hambrientos fueron a la huelga…poder militar y el terror implacable se emplearon en igual medida para reprimir las sublevaciones del campesinado…Pero Lenin también advirtió que, para aplacar la oleada de revueltas populares y para lograr que los campesinos reanudaran el suministro de alimentos a las ciudades, no bastaba con combatirlas: los bolcheviques tendrían que abandonar las aborrecidas políticas del comunismo de guerra y volver a instaurar el libre comercio…” (Los que susurran, la represión en la Rusia de Stalin, Orlando Figes).

Hay diferencias entre este relato y lo que pueda ocurrir en nuestro país. La primera es que Lenin tenía una revolución para ganar mientras que Cristina ya no tiene más chances para intentarlo. La segunda, es que no estamos envueltos en una situación de guerra como fue la instauración del comunismo en Rusia. Pero lo que si podemos identificar como elemento común es que, finalmente, el libre comercio termina por imponerse. Con todos los daños que genera la corriente contraria, siempre enormes, el libre comercio está a la salida de ese túnel. Tal como el nuevo puerto cubano en Mariel.

Para finalizar, una sintesis apretada del libro Por qué fracasan los países, de Daron Acemoglu y James A. Robinson: “Son los líderes de cada país quienes determinan con sus políticas la prosperidad de su territorio, y así ha ocurrido en todos los períodos de la historia…” Nosotros aplicamos esto así: La Presidente Cristina Fernández es la primera presidente que podemos recordar en la generación de 60 años de edad, que está sufriendo las consecuencias negativas de las políticas adoptadas con gran entusiasmo y declamación en cada momento. Se enfrenta a sí misma y es por esto que recrudece desde el oficialismo la apelación a las conspiraciones, a las fábulas. Y esto los puede animar a profundizar el camino que ya expusimos en párrafos arriba.

Final. El ajuste está en marcha lo que no asegura un mejoramiento ostensible de la economía del país, especialmente si el Gobierno se empecina –fiel a su estilo- en obstaculizar sus propias medidas, con –por ejemplo- declaraciones inapropiadas, ataques contra empresarios y empresas y contramedidas que controvierten a la lógica del ajuste. De no tener éxito, el gobierno tiene más cosas para intentar como la Junta Nacional de Granos, hoy una amenaza extorsiva pero posible de ser instrumentada, como así adoptar otras medidas de más centralización estatal.  Lo haría un gobierno en retirada que en un medio tan izquierdizado como el nuestro, podría repuntar la imagen presidencial en el último tramo, salvo que el caos económico termine, como el hambre a los trabajadores rusos, agrupando a los sectores sociales y económicos en una sola acción contra el gobierno.

Hasta la próxima



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