ENTRE LA (IR)REALIDAD, LA ÉPICA ANTICAPITALISTA Y NUESTRA CULTURA REVOLUCIONARIA
Tres artículos en diferentes medios del domingo 31 de agosto
para reflexionar sobre los factores que explican en parte el voto de los
argentinos o, lo que es lo mismo, nuestras decisiones como sociedad. Agrego también,
las recientes encuestas sobre a quién votaría la gente hoy.
Comenzaremos con el artículo de Carlos Pagni, “Los
argentinos vs. el capitalismo”. Artículo
corto que recomendamos ya que no lo sintetizaremos mejor que lo que él lo escribió. El título ya nos pone en situación: el “vs” es
la abreviatura de la palabra "versus" que se utiliza en juicios o eventos
deportivos para indicar “confrontación”. Se trata de una deformación de la raíz
latina, proveniente de un barbarismo inglés. El título, entonces, es “Los
argentinos CONTRA el capitalismo”.
El articulista toma una encuesta del Foro Empresarial sobre
el prestigio de los empresarios, el concepto que tenemos los argentinos sobre
la propiedad privada, sobre el mercado y la regulación estatal. En todos estos temas, los argentinos -aún
cuando muchos por “conciencia de clase” supusiéramos ser capitalistas- matizan el
sistema adoptando posiciones “no capitalistas” (interpretación mía). Pagni va a
otra cosa como es que “…Cristina
Kirchner estimula estas creencias….” (anticapitalistas,
NdF), no apareciendo “…un líder opositor que, más allá de criticar sus malas
presentaciones, proponga una concepción alternativa”
Esto explica mucho de lo que nos pasa, ya que la oposición
votada en la última renovación del Congreso, es casi toda peronista y de
izquierda. El peronismo “opositor” es,
en realidad, uno al que no se le permite volver a ser conservador ya que se lo
confronta con una historia original más revolucionaria (Evita), que es el que
encarna Cristina.
El anticapitalismo es ya una cultura producto de muchísimos
años de prédica anarquista y el sindicalismo anarquista (entre 1860 y 1913),
una transición hacia el sindicalismo de Estado (entre 1943 en adelante) que se identifica
como “sindicalismo reformista” (entre 1916 y 1943) en el que se combinó el
anarquismo y la combatividad con la aparición de estructuras sindicales ancladas
en el socialismo.
Pero también lo encontramos en la historia de la propia
Unión Industrial Argentina. Cuando en 1875 se funda el Club Industrial
Argentino, se requería del Estado Nacional
una política de protección a la industria mediante una política aduanera
restrictiva. En 1898, los comerciantes agrupados se arrogan la representación
industrial y piden al Presidente Roca lo contrario, la apertura de la Aduana para las
manufacturas de origen extranjero. Desde entonces, no cesamos en este debate y
en el vaivén político, social y económico de nuestro país. El debate en ese
entonces, era el de un “capitalismo proteccionista”, al que hoy la mayoría de
los argentinos adscribe aún cuando se demuestre una y otra vez lo contrario.
El propio nacionalismo argentino impregnó
desde Uriburu hasta Perón la
política, las letras y la cultura argentina. Las ideas nacionalistas sobre una
división entre un pueblo elegido y un (no) pueblo enemigo, apátrida, acerca del imperio del
Estado sobre la totalidad del pueblo salvándolo del no pueblo (buitres de
hoy en día), acerca del monopolio estatal de empresas “estratégicas” (mientras para el
comunismo es sobre todo medio de producción), la aversión a la existencia de
una oposición y de toda diversidad (en
el comunismo con partido único) y la consecuente persecución y descalificación
del otro (buitres de adentro y de afuera), la imposición de una doctrina desde
el jardín de infantes hasta la posibilidad de contar con un empleo público,
implican una disciplina partidaria y un disciplinamiento social de envergadura,
al que el grueso de los argentinos no rehuye y hasta ve con simpatía.
Pues bien, el derrotero de estos movimientos en Argentina encontró su síntesis en la presidencia de
Néstor Kirchner. Se dice que Verbitsky
le llevó una alianza a Néstor: si favorecía los juicios a los militares, la
izquierda se alinearía con Néstor. Fuera así o no, lo cierto es que esa alianza
se ha dado y se verifica desde entonces y en continuidad con Cristina. De hecho, tanto Néstor como Cristina han
enviado al Congreso cantidad de proyectos de leyes cuya esencia proviene del
socialismo de Binner, el radicalismo (de izquierda, hoy el otro casi no
existe), Pino Solanas o Claudio Lozano y que los llevó al intríngulis de tener
que votarlas so pena de traición a su ideario.
Respecto de las leyes más actuales, vienen tratándolas y
manifestando cuestiones por allí y por acá, pero insustanciales a la hora de la
determinación de la nueva ley. Ninguno dice que si es gobierno un día
las derogará. Y, sospechamos que si llegan al gobierno tal vez las modifiquen pero apostamos a que no las eliminarán. Y esto por el simple motivo de la afinidad ideológica,
la cual constituye hoy una cultura que lleva a que la gente vote como oposición
a Cristina a socialistas, radicales de izquierda y hasta izquierda más
radicalizada. ¿Podés entender en este contexto “cultural” la soledad de un
Macri, por ejemplo?.
Por su parte, Ricardo Kirschbaum escribió “La realidad es la
verdadera oposición a Cristina-Kcillof”. Entre sus puntos, “El Gobierno ha
pasado de ser mayoría a ser minoría, aunque conserve el manejo del Congreso. Es
evidente que la fragmentación opositora hace posible que el oficialismo crea
que aún tiene chances de mantenerse o influenciar en el poder en 2015”.
Continúa, “Es decir, que ha conseguido conservar una adhesión considerable”. Y esto, en opinión de NdF, es posible a pesar de quienes estamos
enfrentados al “modelo” y su “estilo”, ya que el argentino medio ha votado a una oposición que está dentro del marco ideológico que expresa el
Gobierno y, en todo caso, son diferencias de “estilo” antes que de “contenidos”.
En NdF expresamos en su momento que al Gobierno no le
había ido nada mal en la última elección, contrariando el triunfalismo de La
Nación, Clarín y tanta gente con esperanzas de cambios de fondo. El autoengaño funciona en todos los grupos.
Siguiendo con el título de la columna de Kirchsbaum, en el
Congreso no hay oposición al Gobierno desde el punto ideológico. Tal vez de
grado, de estilo, pero mucha de la oposición votada en el ya lejano octubre de
2013, tal vez no sea tan “revolucionaria” pero no puede menos que mirar con
cierta afinidad lo que se viene haciendo. Resumiendo, Cristina Fernández no
tiene oposición de adentro (peronismo) ni de afuera (no peronismo en el
Congreso). La única que viene controvirtiendo al Gobierno, según el
articulista, es “la realidad”.
El último párrafo de Pagni creo que cierra ambos artículos:
“La encuesta (del Foro Empresarial, NdF) enuncia lo evidente. Frente al
agravamiento de la crisis, Cristina Kirchner estimula estas creencias.
Y
no aparece un líder opositor que, más allá de criticar sus malas
prestaciones, proponga una concepción alternativa” En esto tiene que ver cómo
vota la gente y para ello tratamos de expresar nuestra explicación: la cultura
nacionalista combinada con un izquierdismo revolucionario son ya una cultura en
nuestro país y las alternativas políticas se dan en ese ámbito.
El mix ideológico, además, se sintetiza en lo económico en
una argumentación antigua de Aldo Ferrer respecto de la globalización que
escribiera en 1983 (hace ya 31 años) cuyo título expresa su propuesta: “Vivir con lo nuestro”.
Encontrás ahí una clave: estos gobiernos populistas (nacionalistas, socialistas o combinación de ambos) no dudan en someter a la gente a “vivir con lo nuestro” lo que, en tantos lugares como en Cuba desde hace más de 50 años y en Venezuela o Corea del Norte, se traduce en “vivir con lo puesto”. Claro que la experiencia indica que lo que aspirás condiciona tu resultado: aspirás a mucho, mejorarás algo o mucho. Aspirás a poco, lograrás poco o nada. Esto lo podés ver en las comunidades originarias y en la pobreza ya consolidada como clase o, peor aún, como casta: aspiran a subsidios que les permitan vivir hasta ahí sin lograr introducir cambios del tipo “enséñale a un hombre a pescar…”, lo que implica un grado de iniciativa incongruente con los modelos que comentamos. Es la conformidad que extiende una mediocridad al desempeño total del país.
Encontrás ahí una clave: estos gobiernos populistas (nacionalistas, socialistas o combinación de ambos) no dudan en someter a la gente a “vivir con lo nuestro” lo que, en tantos lugares como en Cuba desde hace más de 50 años y en Venezuela o Corea del Norte, se traduce en “vivir con lo puesto”. Claro que la experiencia indica que lo que aspirás condiciona tu resultado: aspirás a mucho, mejorarás algo o mucho. Aspirás a poco, lograrás poco o nada. Esto lo podés ver en las comunidades originarias y en la pobreza ya consolidada como clase o, peor aún, como casta: aspiran a subsidios que les permitan vivir hasta ahí sin lograr introducir cambios del tipo “enséñale a un hombre a pescar…”, lo que implica un grado de iniciativa incongruente con los modelos que comentamos. Es la conformidad que extiende una mediocridad al desempeño total del país.
Aldo Ferrer ha justificado así al peronismo en todas sus vertientes y al
radicalismo, especialmente cuando sus políticas terminan en crisis. Claro que
Aldo Ferrer ha tenido un buen pasar en empleos públicos bien pagos y hasta como
embajador, donde puede alcanzar los bienes de un mundo más alto. Una mejor
síntesis sería “Vivir con lo puesto mientras yo veo cómo anda el buen mundo”.
Las implicancias institucionales de estos modelos son
enormes. Explica la necesidad de un Poder Judicial subordinado, unos medios de
prensa subordinados, una escuela que imponga la subordinación, un sistema
político con oposición subordinada. Y esto también es cultura en nuestro país.
Se trata de la hegemonía y sus líderes iluminados, vanguardias del mundo mejor,
el hombre nuevo.
Son mayoría quienes apoyan conceptos como los desarrollados.
La Iglesia Católica argentina también se siente cómoda con esta cultura aunque
con gradaciones distintas.
La teoría del engaño tiene sentido aquí cuando se refiere a la necesidad del autoengaño. Y en este punto, uno no puede esquivar su responsabilidad y las consecuencias.
La teoría del engaño tiene sentido aquí cuando se refiere a la necesidad del autoengaño. Y en este punto, uno no puede esquivar su responsabilidad y las consecuencias.
Vamos a las encuestas. Se conocieron dos de las que no
sabemos si fueron por iniciativa propia o encargadas por alguien. Veamos.
Las encuestas de Aragón y de Isonomía preguntando a quién
votarías hoy a Presidente, dan ambas la siguiente intención: primero Massa, luego
Scioli y, tercero Macri.
Isonomía, por su
parte, indaga sobre el voto a Gobernador en la Provincia de Buenos Aires dando
primero a Insaurralde, seguido por Solá y, cercanamente, Stolbizer y Randazzo.
¿Acaso Massa y Scioli no comparten haber trabajado para el
kirchnerismo? ¿Acaso Massa como Jefe de Gabinete K no impulsó la ley de medios
y la lucha contra Clarín? Por su parte, ¿qué premio puede recibir un dos veces
gobernador que en su impavidez solo ha atinado a reaccionar ante lo que lo
superaba y, hasta ahí, discurseaba en ritmo Cris? Pero, ¿cuál es el origen de la tan buena
imagen de Insaurralde? ¿Qué ha hecho que lo destaque al punto de casi “robar”
en las encuestas, más allá de un carilindo, suave en sus modales y andar en yunta con una popular
modelo-actriz?
¿Acaso no hay en los resultados de estas encuestas el
componente “cultura ideológica” que desarrollamos primeramente afín a lo que
viene desarrollando el cristinismo? Sería un recambio en el modelo y la gente ve a
estos actores más hábiles para su desarrollo de gobierno que a quienes desde
hace años son los ideólogos de un avance socialista y por el que han luchado
denonadamente. El peronismo, una vez más, se queda con las ideas del momento y
las capitaliza en beneficio propio, aún cuando la realidad (Kirchsbaum) se
empecine en mostrarles y mostrarnos lo contrario.
En un tercer artículo, en realidad reportaje, en Infobae nos
lleva a esta pregunta: ¿Puede extrañar todo esto cuando Esteban Bullrich , Ministro de Educación de la
Ciudad de Buenos Aires, revela que "No
puede ser que la mitad de los chicos del secundario no comprenda textos y eso
es responsabilidad de los políticos"? Pues bien, esto viene sucediendo
desde hace años lo que lleva a que nuestro votante actual vote sin comprensión
de causa y efecto, es decir, que las acciones del Gobierno nos ponen aquí o
allá y no los fantasmas de “adentro y de afuera” tan caros al nacionalismo y
al socialismo revolucionario como los responsables de nuestra situación.
Habrá elecciones en Santiago del Estero, donde el señor
Zamora pretendía un tercer mandato y, al cruzarlo la Corte Suprema, puso a su
esposa quien arrasó en la elección a Gobernador. Estas elecciones municipales
indican que esta señora, sin experiencia previa y puesta a dedo, como
testaferro de su esposo, arrasará nuevamente. ¿A qué obedece este voto sino al
fenomenal clientelismo político con fondos públicos y a una fantástica “des-educación”
de los valores del “deber ser”?
Hoy la educación en casi todo el país se basa en los “valores
nacionales, populares y revolucionarios”;
los valores de la justicia social con los derechos a que el Estado te tenga que
dar la casa, asegurar algún empleo (no necesariamente un trabajo) y atender a
tu salud. Hecho esto, ¿a qué más quiere aspirar ese conglomerado humano?
Multiplicá esto por cada distrito electoral. El de la Provincia de Buenos Aires
es tan grande que con los fondos provinciales no alcanzaba, por lo que los
Kirchner pusieron el auxilio económico del disciplinamiento provincial desde la
Nación.
Finalizo mi larga columna –ya que hacía tiempo que estábamos
en silenciosa expectativa de los sucesos- con la siguiente reflexión: Argentina presenta
hoy unos conceptos sociales y políticos que integran nuestra cultura, la que está impregnada por el
nacionalismo, el populismo y el socialismo que, combinados, nos muestran hoy y siempre en una épica lucha contra el capitalismo. La historia
hispánica y argentina están siendo compartidas en clave revolucionaria y muchos
miembros de la clase media enuncian posturas de la historiografía anarquista
(Osvaldo Bayer) o izquierdista (Felipe Pigna o Galeano). Esto es lo que podremos ver en las próximas
elecciones, tanto en la estructuración de los candidatos como de quien triunfe
en la elección. Quedan para otra entrega las consecuencias económicas e
institucionales de ello, pero, ciertamente, el apoyo de la mayoría de los
argentinos al proceso que se vive y sobre lo que vendrá está claro en sus orígenes
y causas.
¿Qué podría desbaratar esto? Pues bien, como dice
Kirschbaum, la realidad y, dentro de
ella, la evolución de la inflación: si ésta continúa en escalada, los
candidatos antimodelo podrán meter baza. Si se logra controlarla, aquí no ha
pasado nada. Por el bolsillo bailamos finalmente, pero nos resistimos hasta
más allá de los límites por el conjunto de ideas colectivas de nuestra
sociedad. Nos ponemos, una y otra vez sin aprendizaje visible, en situación de quiebra antes que terminar con eso de "combatiendo al capital".
Hasta la próxima
Hasta la próxima
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