¿De qué hablamos cuando hablamos? Las enormes manifestaciones cívicas del 13S, el 8N, 18A muestran a una ciudadanía dispuesta a expresar su disgusto y/o preocupación por el camino que el cristinismo nos está haciendo recorrer. La falta de líderes es notable como fenómeno y muchos sostienen que falta un Capriles. Y ciertamente nadie ve a Hermes Binner, Pino Solanas, Lilita Carrió, Ricardo Alfonsín, Mauricio Macri o a De la Sota o Luis Juez en ese papel. Pero, nadie de afuera de las manifestaciones, ve en esos manifestantes a nadie dispuesto a dar su vida por la causa. ¿Resistirá la siguiente concentración un embate opositor?
Porque el movimiento opositor venezolano es un conglomerado de 17 partidos al menos y sus diputados y funcionarios en el poder o los simples manifestantes, tienen golpes sobre sí como los propinados por la banda gobernante en Venezuela a los diputados opositores mientras el señor Diosdados, Presidente de la Asamblea, miraba alegre las violentas escenas. Y, también, hay muertos.
¿Considerarán los manifestantes que por los temas que manifiestan es posible dar la vida? La no reforma de la Constitución, la derogación de la reforma judicial, la derogación de cualquier ley de mega-lavado de dinero, la defensa de dos ya solitarios medios independientes de comunicación como Clarín y La Nación, ¿son motivos suficientes para trenzarse en peleas y hasta dar la vida?
¿Por qué te planteamos esto? Porque en el nivel en que el cristinismo ha puesto el juego, la violencia ya apareció: amenazas al Fiscal Marijuan; el caso del rapto del hijo de un fiscal cuando debía apelar una sentencia que favorecía al poder. Se habla en el mundo empresario de amenazas a dueños de empresas para que las “larguen” a militantes cristinistas. Ya en tiempos de Néstor, periodistas y políticos acusaron de tener intervenidos teléfonos y mails. El apriete físico como argumento de mantenerse en el poder.
Estamos en una situación de quiebre. Esto quiere decir que recrudecen las acciones a favor y en contra, se caldean los ánimos y ocurren cosas.
¿Acompañaremos los ciudadanos a Macri y su excelente movida porteña contra el intento de asalto del Gobierno al Grupo Clarín o caerá en la trampa que proponían los medios afines al oficialismo como Fernández Llorente y la inexistencia de “libertad de expresión” por la de “libertad de empresa”? ¿Acompañaremos a la tibia conjunción opositora que anunció la derogación de la ley de lavado de dinero que promueve el cristinismo? Y, ¿por qué no se animó esa tibia coalición a decir lo mismo de la reforma judicial?
Más aún, ¿acompañará la ciudadanía opositora a todos los candidatos opositores sentándose más de 12 horas el domingo de las elecciones en una mesa electoral para asegurar la transparencia del acto? ¿Estará dispuesto cada uno de los cientos de miles de manifestantes, destinar ese domingo a estar a las 7:00 hs e irse a medianoche sentado en una mesa, atendiendo a los votantes y su identidad real y, luego de las 18:00 estar en el recuento a conciencia, concentrado en que se cuentan bien los votos, se asientan bien en el Acta de Escrutinio y en el telegrama y se guardan bien los elementos en las urnas? ¿Estarán dispuestos a ofrecer a cualquier partido verdaderamente opositor a ese sacrificio que puede incluir aprietes por parte de los militantes de La Cámpora? ¿Tomaremos seriamente que Maduro en Venezuela hizo trampa con ayuda del Consejo Electoral y el Tribunal Supremo, dando vuelta 300 mil votos?
Porque para eso debemos prepararnos: la defensa de la Constitución, sus instituciones ya forzadas y la preparación de un modelo chavista en el país, amerita que nuestros lectores y los ciudadanos reflexionen la responsabilidad que tenemos y las consecuencias posibles.
Por otra parte a qué llamamos “una verdadera oposición”. Radicales –con sus vaivenes-, socialistas de Binner, Pino Solanas, han votado todas las leyes que permitieron la construcción del poder kirchnerista y cristinista. Se anunció ayer que La Juan Domingo dejaba al kirchnerismo para pasarse al delasotismo. ¿Quiere decir esto que Scioli abandona el sometimiento y se constituye en independiente? Asimismo, se especula, por segunda vez, que Sergio Massa hará su anuncio de independencia el próximo 25 de Mayo.  Ninguna de estas alternativas las consideramos una “verdadera oposición”.
Radicales, socialistas, pinistas, por su afinidad política al Gobierno y sus medidas de confiscación de los fondos jubilatorios; apoyo a la Ley de Medios (menos los radicales); la reforma electoral que se convierte en un intríngulis para toda la oposición; la reforma de la Comisión Nacional de Valores (con salvedad radical). Fueron muy complacientes en la construcción de un poder que hoy pone en jaque a la propia Constitución a esos mismos partidos políticos. ¿Inocencia? No, afinidad con los proyectos. ¿Cómo resistirán radicales, socialistas y pinistas la expropiación de Papel Prensa cuando llevan 40 años adscribiendo a la teoría del apriete a Graiver, por ejemplo? Presos en su propia celda ideológica, ni siquiera se juntaron para una acción en común con un argumento en común para oponerse a tanto poder facilitado por ellos mismos.
Un párrafo aparte para Macri y su Decreto de Necesidad y Urgencia. Literalmente, se pone en la situación del muñeco a golpear fiero. Para empezar, le iniciaron una acción penal. Su jugada puede empantanar todo el esfuerzo hecho por Cristina para tomar Clarín y eliminar a La Nación. Puede significar otro empantanamiento de los que a Cristina no les gusta: ella es un macho de aquellos y no acepta que nadie le tome la parada. Una vez más: ¿estarás dispuesto a salvar a Macri solamente por que es el único que puso un tope?
Son momentos de definiciones. El jueguito electoral en el que están la oposición es inocuo si no logran un acuerdo que expresa Capriles y bajo el modus operandis de la Mesa de Enlace: asociaciones agrarias de distinto cuño ideológico, sostuvieron una lucha exitosa contra lo que pretendía darles muerte.
Abajo el Artículo de Fondo que seleccionamos. Fernando Iglesias escribe sobre el populismo y la monarquía con claridad y argumentos. Leerlo es crecer en la base doctrinaria que debemos tener en la lucha contra el ataque final a la Constitución Nacional. Algunos párrafos no los compartimos en perspectiva histórica pero son secundarios al planteo principal.
Lo que está en juego no es Clarín sino la prensa independiente”
En momentos en que el mal humor social se hace sentir, el Gobierno vuelve a apelar a la memoria emotiva del expresidente para encarar las legislativas en ciernes. Le pidió al realizador de la versión original del film sobre el patagónico, que muestra a un Kirchner más alejado de la visión de “héroe” que creó Paula de Luque, que lo termine. El nuevo rol de la TV pública.
ARTÍCULO DE FONDO. Recomendamos imprimir y leer tranqui. Sobre el populismo, su accionar y la remembranza con las monarquías absolutas. Muy bien escrito, te orienta muy bien pa´dónde vamos
La trampa de la "Argentina solidaria"
Por Fernando Iglesias  | Para LA NACION
El populismo es reencarnación de la monarquía absolutista en la Modernidad, un festival del ancien régime celebrado hoy en nombre de la revolución social. Nada más parecido a los viejos monarcas que los modernos déspotas del populismo triunfante, como han comprendido quienes le pusieron Rey Castro a uno de los restaurantes cubanos de esta capital.
Lejos de ser la vanguardia de la Historia, el populismo impregna la escena política con los aromas rancios de la era monárquico-feudal. En el lugar donde las revoluciones liberales y democráticas erigieron la república, el populismo entroniza a la nación; donde construyeron la independencia de poderes, restaura al monarca y al caudillo que todo lo comandan desde el Ejecutivo; donde había federalismo impone el estado unitario y su gran caja domesticadora; donde existía limitación de poderes reconstruye el viejo y querido poder absoluto; donde crecía la interdependencia de los pueblos intenta sacralizar la soberanía nacional, expresión resucitada del poder del soberano sobre el territorio y sus súbditos. Donde había Estado de Derecho, el populismo hace crecer el despotismo y la arbitrariedad, y donde se había levantado la muralla que separaba la propiedad pública de la privada, santifica la apropiación monárquica del patrimonio estatal.
El proyecto populista no es contingente ni espontáneo. Por el contrario, tiene un método y un objetivo precisos: la reducción del ciudadano autónomo de la Modernidad a la condición de cliente, esa versión posmoderna del siervo de la gleba. El populismo genera clientes sin distinción de clases a través de su programa fundamental, el Clientelismo para Todos: subsidios, blanqueos y negociados para los de arriba; transporte, energía y fútbol gratis para los del medio; planes sociales, choripán y ladrillos, para los demás. Sobra decir que en plena era de la sociedad global del conocimiento la epopeya populista está destinada al fracaso; lo que no quiere decir que no logre arrastrar al abismo a una sociedad entera.
Y bien, la Argentina Solidaria es la cara complementaria del populismo. Nace de las catástrofes causadas por él y de la falta de toda solidaridad real. Desempeña, en el reino kirchnerista, la misma función indispensable que en las monarquías del medioevo desempeñaba la caridad. Su objetivo es la domesticación del ciudadano, su reducción a la dependencia y la abolición de todo intento de autonomía mediante la instrumentación de los buenos sentimientos de las conciencias culpables y las almas bellas.
Su expresión final ha sido la dramática jibarización del ciudadano argentino de los años ochenta, reducido a resignado consumidor en los noventa y a súbdito y cliente, hoy. El populismo y su complemento social, la Argentina Solidaria, lo hicieron, constituyendo uno y legitimando la otra este nouveau régime que ha gobernado el país casi sin interrupciones desde 1989, con consecuencias que no hace falta mencionar.
No. No estoy diciendo que donar colchones para los inundados de La Plata esté mal. Estoy diciendo que no habían terminado de contarse los muertos que ya los grandes medios de comunicación exaltaban la enésima epopeya solidaria de los argentinos y exhalaban el resabido incienso de la autoglorificación de la sociedad nacional.
Como si no lleváramos dos décadas de votar gobiernos que viven de la reducción a la miseria de un tercio de la población. Como si no fueran los miembros de ese tercio los que murieron ahogados porque los recursos para las obras públicas terminaron en los bolsillos de los funcionarios democráticamente elegidos del "roban, pero un peso vale un dólar" de los noventa, y el "roban, pero estamos mejor que hace diez años" de hoy.
Como si la sociedad argentina no hubiera consentido las aniquilaciones que ocultaron las sucesivas tres platas dulces: el genocidio político de los setenta; la masacre social de los noventa, y las catástrofes ferroviarias, automovilísticas y pluviales de la actualidad. Como si no fuera evidente todavía qué es lo que sucede cuando un país se dedica de cuerpo y alma a una fiesta consumista y la financia con la demolición de su propio capital de infraestructura, y con la subordinación al Clientelismo para Todos de su autonomía individual y social.
Como ayer la monarquía, el populismo vive de los pobres. Económicamente, porque su miserable mentalidad de suma cero le impide imaginar una fuente de enriquecimiento que no pase por la apropiación de lo ajeno. Políticamente, gracias a que la Argentina Solidaria convierte los derechos en graciosas concesiones otorgadas por el poder, destruyendo todo orgullo y dignidad personales. Y sin orgullo y dignidad no hay salida de la pobreza sino victimismo y marginalidad. Por el contrario, los actos de la Argentina Solidaria consolidan un arriba y un abajo menos determinado hoy por el hambre que por la humillación. Que las pecheras de la misma fuerza política a cargo de los gobiernos nacional, provincial y municipal responsables de la masacre de La Plata presidieran los operativos solidarios no es un accidente sino una consecuencia inevitable de esta situación.
El populismo mata. Por eso es suicida la resistencia a ignorar los orígenes históricos de este estado de cosas; como si las pecheras de La Cámpora fueran la encarnación del mal en la Tierra y la Fundación Evita una manifestación de la divinidad.
Es que la Argentina Solidaria es la parte femenina del matrimonio monárquico, cuyo componente masculino han sido siempre el caudillo populista o el dictador militar.
La Evita convertida en hada buena de los pobres desempeñó un papel insustituible en la construcción de la leyenda de Perón, uno de cuyos principales efectos fue el reemplazo de los orgullosos sindicatos socialistas, comunistas y anarquistas por un sindicalismo reducido a columna vertebral de las decisiones de cerebros ajenos y a merced de las concesiones del aparato estatal.
Y es precisamente su apelación a la Argentina Solidaria la más clara reafirmación del carácter complementario del Partido Militar y el Partido Populista que entraran juntos a la Casa Rosada en 1930. A la sucesión de intervenciones solidarias que construyó el imaginario del Partido Populista, el Partido Militar le opuso el mayor evento solidario de nuestra historia: esa maratón televisiva por Malvinas en la cual se legitimó el envío a la muerte de miles de jóvenes pobres del interior. Los chocolatines con mensajes de aliento para esos soldados que aparecieron en los quioscos de Rosario fueron el testimonio implacable de esa perversión.
La Argentina Solidaria -es decir, la autocomplacencia de la sociedad argentina en su supuesta solidaridad- es un flagelo porque refuerza el orden existente, que es el de la catástrofe. De "los argentinos somos derechos y humanos" de la dictadura a "la Argentina, un país con buena gente" del kirchnerismo, a la Argentina Solidaria de la sociedad civil nacional.
Autoabsolución, disimulo, autocomplacencia, persecución del que critica. La receta perfecta para la infinita repetición. El método infalible para el eterno-retorno al desastre general. Así, lavando hoy la culpa del irresponsable votante de la tercera plata dulce, la kirchnerista, la Argentina Solidaria prepara el advenimiento de la cuarta, a nombre del populista de turno en 2015. ¿Cómo podría alguien atreverse a levantar el dedo acusador contra ella?, proclaman sus voceros. ¡El pueblo es lo mejor que tenemos!, entona el coro de los amanuenses del ancien régime neopopulista feudal. Es escuchando esta melosa melodía que olvidamos, autocelebratoriamente, lo sucedido en el terreno de lo real: el horror del genocidio; la masacre de una guerra infame; la reducción a la marginalidad de una tercera parte de la población nacional, realizada en veinte años con nuestro consentimiento y nuestros votos.
La Argentina Solidaria es el discurso que usamos los argentinos para disimular nuestra responsabilidad en los horrores que supimos conseguir; la parte del relato que oculta la verdad de la despiadada lucha de todos contra todos en que se ha convertido la vida cotidiana en este país. En las calles, los lugares de trabajo, las empresas, los clubes, el Estado: no hay más que mirar alrededor. Caso único en el mundo, treinta años de democracia nos han dejado el saldo de una mayor desigualdad, un mayor número de pobres e indigentes y una estructura social aún más injusta que la que dejó la dictadura en 1983. Es éste el fruto de decisiones tomadas abajo y arriba de las que no somos de ningún modo irresponsables. Un juez a cargo de la causa que afirma que nunca sabremos la cantidad de muertos en La Plata. Una Presidenta que exige al gobernador de su propia fuerza política que no los oculte más debajo del colchón. Y en medio de todo esto: bóvedas secretas, euros que se pesan, amenazas a fiscales, visitas de dictadores, pactos con el diablo, leyes de narcoblanqueo y aniquilación de toda independencia judicial.

Celebremos pues la Argentina Solidaria de la manera en que se lo merece: diciendo adiós a la República Argentina. Nunca fuiste, y sin embargo, te vamos a extrañar.



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