LA REFORMA CANÓNICA

El Sínodo de la Familia ha sido el modo que eligió el Papa para introducir modificaciones a la indisolubilidad del matrimonio católico. Si bien el Sínodo abarcó la diversidad de situaciones familiares de estos tiempos, lo que sigue de cerca Occidente es el tema del “divorcio católico”, es decir, permitir que quienes se han separado vuelvan a la comunión aun cuando hayan establecido una segunda familia.

El Papa citó a dos Sínodos. El primero se realizó a fines del 2014 y tuvo varias controversias internas, inclusive acusaciones de manipulación. Este Sínodo permitió ver quién es quién, qué fuerza interna tiene cada postura y qué riesgos corría la corriente reformista. El Papa invitó al Sínodo a teólogos desplazados por sus dos predecesores precisamente por  sus posturas permisivas a las que Juan Pablo II y Benedicto XVI reprobaban.

El segundo Sínodo será el próximo mes de octubre y el Papa ha utilizado este tiempo para dos cosas. La primera es “cepillar” a los participantes al segundo evento. Hay quien es participante natural del Sínodo y hay quien es invitado. El Papa ha ido corriendo de sus puestos a obispos y cardenales ortodoxos que concurrían “naturalmente” . Asimismo, ha invitado, dentro de los que puede invitar, a reformistas reconocidos.

Y si el Papa todo este año ha tenido varias intervenciones doctrinarias y ortodoxas sobre la familia cristiana, previo al Sínodo reformó, en un segundo paso,  el Código Canónico derogando el sistema de declaraciones de nulidades del vínculo matrimonial. El modelo “express” alerta a muchos católicos sobre las intenciones del Papa: facilitar el trámite y poner el acento en la persona “herida” en vez del Sacramento, lo que constituye un giro enorme respecto de las preocupaciones de Juan Pablo II y Benedicto XVI y de la Iglesia de todos los tiempos.

Si veíamos una Cátedra ortodoxa acerca de la Familia cristina, el Papa con las reformas al Código Canónico revela el sentido del próximo Sínodo: una reforma sustancial de la doctrina que por siglos ha  sostenido la Iglesia Católica. Se anticipó estratégicamente al Sínodo, marcando un rumbo que suponíamos que el Papa como Custodio de la Fe finalmente evitaría.

¿Será que es toda la reforma a que está dispuesto el Papa y, entonces, sustrae del Sínodo lo que sería un debate fuerte y con un resultado incierto respecto a las ideas del Papa? ¿Será que ante la incertidumbre de la recomendación final del Sínodo, el Papa se ha curado en salud anticipándose?

La Iglesia sigue en modo “suspenso” (stand by)  desde que el Papa abrió al debate la doctrina de Cristo expresada en el Nuevo Testamento. Toda suerte de situaciones se han vivido en las iglesias locales y, dentro de ella, los propios sacerdotes. Todo ha sido posible y la esperanza generada en quienes están a la espera de una disolución de sus primeros y sacramentales vínculos es enorme y parece ahora que es posible, que es algo cercano.

Más allá de las situaciones individuales, debemos recordar que la Iglesia está fundada por Cristo quien expresó mandatos concretos para la vida cristiana. Antiguamente, a una persona no le gustaba ello y simplemente se retiraba. Hoy, quienes disienten con la disciplina católica han logrado imponer su agenda y están próximos a logros como la matización de la Palabra de Jesús, la reinterpretación conforme los tiempos, algo que en el pasado le costara a la Iglesia la pérdida de naciones y pueblos.

¿Será Francisco un nuevo Aarón? Recordemos que el hermano de Moisés tiene relevancia en el Antiguo Testamento. Su familia fue destinada por Dios a ser la casta sacerdotal de Israel. Fue consejero de Moisés en la gesta del Éxodo. Sin embargo, este Sumo Sacerdote se vio ante un pueblo que reclamaba por la prolongada ausencia de Moisés y le plantea a Aarón lo que sigue. Veamos Éxodo 32, 1 en adelante: 

Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se reunieron ante Aarón, y le dijeron: Anímate, fabrícános un dios que nos guíe; porque no sabemos que habrá sido de ese Moisés que nos sacó del país de Egipto. Aarón les contestó: Que sus mujeres, sus hijos y sus hijas se quiten los aretes de oro que llevan en sus orejas y me los traigan. Todos se quitaron los aretes de oro que llevaban en las orejas y se los llevaron a Aarón; éste los recibió de sus manos, los trabajó con el cincel y fabricó un becerro fundido. Ellos exclamaron: Israel, éste es tu dios, el que te sacó de Egipto. Aarón lo vio y construyó un altar delante del becerro. Después proclamó: Mañana celebraremos una fiesta en honor del Señor. Al día siguiente, se levantaron muy de mañana, ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión. La gente comió y bebió abundantemente y luego comenzó a divertirse”.

Demás está decir del enojo del propio Dios ante la conducta de su Sacerdote: cedió al clamor popular contra la voluntad de Dios. Le dijo a Moisés: “Baja en seguida porque se ha pervertido tu pueblo … Muy pronto se ha apartado del camino que les señalé

Narra el Libro del Éxodo que Moisés baja del monte y encara la situación quemando el becerro de oro y reprende a su propio hermano: “¿Qué te ha hecho esta gente para que les permitieras cometer tan gran pecado?” Aarón atina a contestar con lo que había hecho y sigue el texto: “Moisés se dio cuenta de que el pueblo estaba sin control por culpa de Aarón…

Para ir cerrando esta presentación. La Iglesia Católica no está obligada a “aumentar el número de sus miembros” y menos aún a modificar los mandatos de Jesús en aras de incrementar a sus seguidores. El mandato de Jesús es ir y evangelizar. El número de creyentes pasa a ser una cuestión del Espíritu Santo, no de los hombres que dirigen y sirven a la Iglesia. El Papa en la reforma del Código Canónico refiere a “lo que atares en la tierra será atado en el Cielo”, pero esto siempre fue interpretado restrictivamente, con fidelidad a los mandatos de Jesús, no en relación a los “intereses” del pueblo. Siempre tuvo en vistas el interés de salvación, antes que convalidar caminos de condenación. Ésta es la lógica que se trata de sortear.

El inconformismo es una actitud humana que en la Iglesia se expresa como el seguir caminos propios, individuales y no los indicados por Jesús. Con esto, hay tantas iglesias como católicos y tantos católicos que podrían identificarse con cultos evangélicos o luteranos o anglicanos. Sin embargo, su permanencia en la Iglesia Católica es activa y viene pujando por reformar la Escritura antes que reformarse cada uno a sí mismo para cumplir el mandato divino.

¿Será nuestro Papa Francisco un nuevo Aarón? La reforma anunciada es una jugada muy finita, al límite según venimos leyendo aquí y allá.  Faltan semanas para tener el panorama final si es que no termina el Sínodo en ambigüedades que dejen abierta la cuestión.

Simplemente a rezar. Más grave que las situaciones individuales por masivas que sean, sería una Iglesia extraviada de los mandatos de su Fundador. Y con esto no queremos tomar distancia de las tribulaciones que todos tenemos en relación con "los caminos del Señor". 


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