REPÚBLICA CENTROAFRICANA O EL FLAGELO POLÍTICO EN VARIOS PAÍSES AFRICANOS. Este país –que con el golpe de estado ha dejado de ser república- está en el centro del continente africano. Es una ex colonia francesa de la que se independizó en 1958 y sus turbulencias políticas la ha llevado a vivir de golpe de estado en golpe de estado. Se trata de un proceso conocido en América Latina hasta los años 80s. Los ideales de República y Democracia no les entra en la cabeza como herramienta de convivencia pacífica y progreso fructífero y responde, además, a problemáticas sociales. La maduración lleva muchos años, especialmente para la población en general.
Tiene algo más de 622 mil kilómetros cuadrados y una población de 4.369.000 habitantes (2007), de los cuales el 99,5% es de raza negra y el 0,5% blanca (es decir europeos o descendientes). El promedio de hijos por mujer es de 4,32. Sus indicadores básicos no son positivos, pues la esperanza de vida de sus habitantes es de 43,7 años, la tasa de analfabetismo del 49%, y se calcula que el 13,5% de la población está infectada por el virus de VIH.
Existen más de ochenta grupos étnicos en la República Centroafricana, cada uno con su propio idioma. Cerca del 50% es Baya-Mandjia y el 40% es Banda (la mayoría ubicados en la parte norte y central del país), y el 7% es M'Baka (ubicados en el sudoeste del país).
El sango, idioma de un pequeño grupo sobre el río Ubangui, es la lengua nacional. Sólo una pequeña parte de la población tiene un conocimiento elemental del francés, el otro idioma oficial.
Más del 55% de la población vive en áreas rurales. Las principales zonas agrícolas se encuentran alrededor de Bossangoa y Bambari.
La capital Bangui, Berbérati, Bangassou, y Bossangoa son los centros urbanos más densamente poblados.
Djotodia gobernará por decreto durante tres años en República Centroafricana
JOSÉ NARANJO
Michel Djotodia, el líder rebelde de la coalición Seleka autoproclamado este fin de semana nuevo presidente de República Centroafricana, ha mostrado ya sus primeras cartas. De momento, ha suspendido la Constitución, ha disuelto el Parlamento y ha anunciado un largo periodo de transición de tres años. Durante este tiempo gobernará por decreto y después habrá elecciones libres y transparentes, según ha asegurado en un mensaje a los medios de comunicación. Junto a él estará, como primer ministro, Nicolas Tiangaye, un opositor que ya ocupaba este puesto tras la creación de un gobierno de unidad nacional el pasado mes de enero…
…Entre sus primeros objetivos, “restaurar la paz y la seguridad, reorganizar las fuerzas de Defensa y seguridad, reorganizar la administración territorial y continuar con el proceso de desarme, desmovilización y reintegración” de los rebeldes. Para cumplir el primero de sus objetivos y poner fin a los pillajes de los últimos días, patrullas conjuntas formadas por miembros de Seleka y de la Fuerza Multinacional de África Central (Fomac) han comenzado ya a vigilar las calles de Bangui. Asimismo, Djotodia ha anunciado la aprobación de un toque de queda entre las 19.00 y las 6.00 horas.
VENEZUELA DICTATORIAL. Maduro sigue la lógica de los gobiernos socialistas: controladores, terminan persiguiendo a las personas con la amenaza de la cárcel por sus conductas absolutamente naturales y legítimas  en el ejercicio de sus libertades. Lo peor de estos fundamentalistas es que desprecian los muchísimos ejemplos negativos que brinda la historia. Con la perversidad de la ideología, reinventan el pasado y se colocan como únicos y por primera vez. ¿Te suena? Sí, nuestra Presidente, también
Maduro hace la guerra al mercado paralelo
El presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, salió el martes a combatir la pronunciada depreciación del bolívar frente al dólar ordenando el enjuiciamiento y encarcelamiento de los creadores de la lechuga.com, un popular sitio de internet consultado diariamente por miles de venezolanos para ver la cotización del tipo de cambio en el mercado paralelo. - Actualizado hace 8 minutos
AUTODEFENSA CIUDADANA. El estado de la alfabetización o de la salud, expresan el fracaso de un gobierno o un estado en el tiempo. El de la inseguridad cuando lleva a los ciudadanos a prescindir de la policía y el sistema judicial, expresa el rotundo fracaso de un Estado en el tema tradicionalmente más propio de los estados como es el de la fuerza pública en el ordenamiento social. En México se da esta situación en que ciudadanos de un pueblo terminan apresando a la comisaría y toman al pueblo bajo su propia vigilancia armada. Se movilizan las autoridades pertinentes, pero tarde. Sin embargo, no todo es tan claro y se mezclan todos los componentes de una sociedad como la mexicana: ciudadano, indígena, narcos, curas.
En Argentina viene ocurriendo en los barrios modestos lo de “justicia por mano propia”, cuando los vecinos toman venganza de violadores de niños, por ejemplo. O más recientemente, cuando una barra brava no aceptó que los detuviera un piquete en Panamericana y terminó en una lucha a piedras y tiros. O conductores en General Paz desarmaron guardrails para superar otro piquete. Los ciudadanos terminan tomando en sus manos lo que es propio del Estado ante la ausencia, ineficacia o desidia del Estado. En muchnos barrios acuciados por la delincuencia, aparece la idea de las patrullas vecinales. ¿Qué ocurrirá cuando surja la primera? Ocurrirá que toda la hipocresía de políticos, policías y jueces saldrá a relucir.
Finalmente, lo que expresa esto es el absoluto divorcio entre la dirigencia política y sus obligaciones
1.500 civiles armados participan en la toma de un pueblo en el sur de México
JUAN DIEGO QUESADA
Un grupo de autodefensa, ciudadanos que han tomado las armas y actúan como una policía paralela en algunas regiones de México especialmente violentas, ha sitiado un municipio del Estado de Guerrero y mantienen retenido al jefe de policía local, ocho de sus agentes y tres escoltas del ayuntamiento, a los que acusan de proteger a narcotraficantes de la zona.
Al frente de 1.500 hombres armados que irrumpieron de madrugada en el pueblo iba Bruno Plácido. “Los tengo bien puestos. Entramos con cuernos de chivo [fusiles de asalto]”, dice por teléfono. Se presentaron en el pueblo de Juan R. Escudero [Tierra Colorada] un día después del asesinato de uno de sus comandantes, Guadalupe Quiñones. Sospechan que los uniformados están detrás de ese crimen.
Eso los llevó a tomar todo un pueblo en plena noche. Los miembros del Sistema de Justicia de los Pueblos de la Costa Chica, integrados por gente de pueblos indígenas de los alrededores, tomaron el ayuntamiento y pusieron a patrullar a otro puñado de personas en busca de criminales en el municipio. En la entrada al lugar y en la carretera federal Chilpanchingo-Acapulco colocaron retenes.
El asunto pinta tan mal que hasta allí se desplazó la procuradora –fiscal- de Guerrero. La alcaldesa, a mediodía, comenzó a negociar con la autodefensa y acordó destituir al jefe de policía y abrir una investigación a cambio de que dejasen en libertad a todos los retenidos. “Es una forma de despresurizar la situación”, cuenta Juan Angulo, director de El Sur, un periódico de Acapulco.
Las autodefensas las forman grupos de ciudadanos armados que se toman la justicia por su mano. Hartos de la violencia y la corrupción policial, deciden actuar por su cuenta. Algunos de estos grupos son sospechosos de tener un nexo con el narcotráfico pero otros tienen más que ver con la tradición de guerrillas de izquierdas latinoamericanas.
Algunas de estas autodefensas, que llegan a juzgar y condenar a los detenidos en procesos judiciales más que dudosos, provienen de las policías comunitarias mexicanas, algo que existe desde hace décadas y a la que tienen derechos los pueblos por ley. Una encuesta reveló que seis de cada diez ciudadanos ve con buenos ojos su existencia. Otros en cambio creen que es el fiel reflejo de la incapacidad del estado de proteger a sus ciudadanos.
El grupo de civiles armados que comanda Plácido en Guerrero surgió en enero y fue el primero que se creó, cuando se dispararon los asesinatos y las extorsiones en el Estado sureño de Guerrero, sobre todo en su zona agrícola. El estallido de violencia se achacó a la rivalidad entre cárteles. Armados con viejos rifles y ocultando el rosto tras pasamontañas, los campesinos bloquearon entonces carreteras y detuvieron a 50 personas, que al final liberaron.
Ahora, con el rostro descubierto para parecer más amigables, trabajan para crear un sistema de seguridad eficaz que proteja a la gente del campo. "Es momento de que regresen al campo a trabajar. Los ganaderos a su ganado", dijo Plácido hace una semana. Al igual que ellos, desde principios de este año han aparecido otros 14 grupos de justicieros, que se sepa, con presencia en seis municipios: Jalisco, Morelos, Oaxaca, Veracruz, Chiapas y Michoacán. El rostro de la lucha contra el narcotráfico del gobierno de Enrique Peña Nieto, Manuel Mondragon, dice tenerlos perfectamente ubicados y conoce el armamento que manejan. "Están totalmente fuera del marco legal", dijo.
El padre Mario Ocampo, un cura que alimenta el alma de los que tomaron este municipio, cree que la labor que hacen estos ciudadanos armados es admirable. “La inseguridad que se vive aquí es tremenda. Violaciones, asesinatos, robos…ahora gracias a ellos se están evitando muchas muertes”.
Otro párroco, Jesús Mendoza, dialoga como representante de la archidiócesis de Acapulco con estas organizaciones indígenas que antes tenían en su agenda el precio abusivo de la luz y las explotaciones mineras pero que ahora, acorde a los tiempos, se preocupan sobre todo por su pellejo. “Los representantes de sus pueblos fueron secuestrados. A nosotros nos interesa lo que pasa en los pueblos. Dialogamos con ellos para que esto se encauce por la vía de la paz”, sostiene Mendoza. Pero la realidad es otra: las balas se están combatiendo con más balas.
OEA. El tema fue así. Un grupo de países latinoamericanos (Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Bolivia) buscaron cercenar funciones y presupuesto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Ya Chávez había amenazado con retirarse de la Comisión, pero esto resulta políticamente incorrecto. Así que buscaron aquello de limitar a la Comisión, principalmente por los informes anuales sobre el estado de la libertad de prensa en el continente. Si bien el Director de la División para las Américas de Human Rights Watch, José María Vivanco, la derrota de la pretensión de esos países fue por goleada, no deja de ser inquietante que el tema haya sido siquiera planteado en el seno de la OEA.
Como los dirigentes de estos países buscan crear dos clases: los incondicionales y los representantes del imperio a quienes hay que aplastar. No creen en los valores universales y buscan todo el tiempo deshacerlos. La relatoría de la CIDH les recuerda que los valores universales existen y que deben ser cumplidos.
Argentina en la hora undécima le dio una salida argumental a los del Alba quienes se habían quedado ya sin argumentos, salvo salirse del sistema como Venezuela ya lo hizo. Nuestro aporte como gobierno es que el tema vuelva a ser reabierto. El primer tiempo, dio un triunfo a los países que abogan por las libertades pero habrá un segundo tiempo en el que se debatirá todo, nuevamente. ¿Por qué creés que Argentina tiró la cuerda de ayuda? ¡Acertaste!
El reportaje a José María Vivanco en
BENEDICTO XVI. Su renuncia resultó enigmática. Este artículo de hace un mes atrás de Vargas Llosa es sumamente interesante del contexto y el individuo desde la perspectiva de un hombre culto y académico como Vargas Llosa refiriéndose a otro hombre culto y académico como Benedicto XVI
El hombre que estorbaba
Mario Vargas Llosa – 23 de febrero de 2013
No sé por qué ha sorprendido tanto la abdicación de Benedicto XVI; aunque excepcional, no era imprevisible. Bastaba verlo, frágil y como extraviado en medio de esas multitudes en las que su función lo obligaba a sumergirse, haciendo esfuerzos sobrehumanos para parecer el protagonista de esos espectáculos obviamente írritos a su temperamento y vocación. A diferencia de su predecesor, Juan Pablo II, que se movía como pez en el agua entre esas masas de creyentes y curiosos que congrega el Papa en todas sus apariciones, Benedicto XVI parecía totalmente ajeno a esos fastos gregarios que constituyen tareas imprescindibles del Pontífice en la actualidad. Así se comprende mejor su resistencia a aceptar la silla de San Pedro que le fue impuesta por el cónclave hace ocho años y a la que, como se sabe ahora, nunca aspiró. Sólo abandonan el poder absoluto, con la facilidad con que él acaba de hacerlo, aquellas rarezas que, en vez de codiciarlo, desprecian el poder.
No era un hombre carismático ni de tribuna, como Karol Wojtyla, el Papa polaco. Era un hombre de biblioteca y de cátedra, de reflexión y de estudio, seguramente uno de los Pontífices más inteligentes y cultos que ha tenido en toda su historia la Iglesia católica. En una época en que las ideas y las razones importan mucho menos que las imágenes y los gestos, Joseph Ratzinger era ya un anacronismo, pues pertenecía a lo más conspicuo de una especie en extinción: el intelectual. Reflexionaba con hondura y originalidad, apoyado en una enorme información teológica, filosófica, histórica y literaria, adquirida en la decena de lenguas clásicas y modernas que dominaba, entre ellas el latín, el griego y el hebreo.
Aunque concebidos siempre dentro de la ortodoxia cristiana pero con un criterio muy amplio, sus libros y encíclicas desbordaban a menudo lo estrictamente dogmático y contenían novedosas y audaces reflexiones sobre los problemas morales, culturales y existenciales de nuestro tiempo que lectores no creyentes podían leer con provecho y a menudo —a mí me ha ocurrido— turbación. Sus tres volúmenes dedicados a Jesús de Nazaret, su pequeña autobiografía y sus tres encíclicas —sobre todo la segunda, Spe Salvi, de 2007, dedicada a analizar la naturaleza bifronte de la ciencia que puede enriquecer de manera extraordinaria la vida humana pero también destruirla y degradarla—, tienen un vigor dialéctico y una elegancia expositiva que destacan nítidamente entre los textos convencionales y redundantes, escritos para convencidos, que suele producir el Vaticano desde hace mucho tiempo.
A Benedicto XVI le ha tocado uno de los períodos más difíciles que ha enfrentado el cristianismo en sus más de dos mil años de historia. La secularización de la sociedad avanza a gran velocidad, sobre todo en Occidente, ciudadela de la Iglesia hasta hace relativamente pocos decenios. Este proceso se ha agravado con los grandes escándalos de pedofilia en que están comprometidos centenares de sacerdotes católicos y a los que parte de la jerarquía protegió o trató de ocultar y que siguen revelándose por doquier, así como con las acusaciones de blanqueo de capitales y de corrupción que afectan al banco del Vaticano.
El robo de documentos perpetrado por Paolo Gabriele, el propio mayordomo y hombre de confianza del Papa, sacó a la luz las luchas despiadadas, las intrigas y turbios enredos de facciones y dignatarios en el seno de la curia de Roma enemistados por razón del poder. Nadie puede negar que Benedicto XVI trató de responder a estos descomunales desafíos con valentía y decisión, aunque sin éxito. En todos sus intentos fracasó, porque la cultura y la inteligencia no son suficientes para orientarse en el dédalo de la política terrenal, y enfrentar el maquiavelismo de los intereses creados y los poderes fácticos en el seno de la Iglesia, otra de las enseñanzas que han sacado a la luz esos ocho años de pontificado de Benedicto XVI, al que, con justicia, L’Osservatore Romano describió como “un pastor rodeado por lobos”.
Pero hay que reconocer que gracias a él por fin recibió un castigo oficial en el seno de la Iglesia el reverendo Marcial Maciel Degollado, el mejicano de prontuario satánico, y fue declarada en reorganización la congregación fundada por él, la Legión de Cristo, que hasta entonces había merecido apoyos vergonzosos en la más alta jerarquía vaticana. Benedicto XVI fue el primer Papa en pedir perdón por los abusos sexuales en colegios y seminarios católicos, en reunirse con asociaciones de víctimas y en convocar la primera conferencia eclesiástica dedicada a recibir el testimonio de los propios vejados y de establecer normas y reglamentos que evitaran la repetición en el futuro de semejantes iniquidades. Pero también es cierto que nada de esto ha sido suficiente para borrar el desprestigio que ello ha traído a la institución, pues constantemente siguen apareciendo inquietantes señales de que, pese a aquellas directivas dadas por él, en muchas partes todavía los esfuerzos de las autoridades de la Iglesia se orientan más a proteger o disimular las fechorías de pedofilia que se cometen que a denunciarlas y castigarlas.
Tampoco parecen haber tenido mucho éxito los esfuerzos de Benedicto XVI por poner fin a las acusaciones de blanqueo de capitales y tráficos delictuosos del banco del Vaticano. La expulsión del presidente de la institución, Ettore Gotti Tedeschi, cercano al Opus Dei y protegido del cardenal Tarcisio Bertone, por “irregularidades de su gestión”, promovida por el Papa, así como su reemplazo por el barón Ernst von Freyberg, ocurren demasiado tarde para atajar los procesos judiciales y las investigaciones policiales en marcha relacionadas, al parecer, con operaciones mercantiles ilícitas y tráficos que ascenderían a astronómicas cantidades de dinero, asunto que sólo puede seguir erosionando la imagen pública de la Iglesia y confirmando que en su seno lo terrenal prevalece a veces sobre lo espiritual y en el sentido más innoble de la palabra.
Joseph Ratzinger había pertenecido al sector más bien progresista de la Iglesia durante el Concilio Vaticano II, en el que fue asesor del cardenal Frings y donde defendió la necesidad de un “debate abierto” sobre todos los temas, pero luego se fue alineando cada vez más con el ala conservadora, y como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la antigua Inquisición) fue un adversario resuelto de la Teología de la Liberación y de toda forma de concesión en temas como la ordenación de mujeres, el aborto, el matrimonio homosexual e, incluso, el uso de preservativos que, en algún momento de su pasado, había llegado a considerar admisible.
Esto, desde luego, hacía de él un anacronismo dentro del anacronismo en que se ha ido convirtiendo la Iglesia. Pero sus razones no eran tontas ni superficiales y quienes las rechazamos, tenemos que tratar de entenderlas por extemporáneas que nos parezcan. Estaba convencido que si la Iglesia católica comenzaba abriéndose a las reformas de la modernidad su desintegración sería irreversible y, en vez de abrazar su época, entraría en un proceso de anarquía y dislocación internas capaz de transformarla en un archipiélago de sectas enfrentadas unas con otras, algo semejante a esas iglesias evangélicas, algunas circenses, con las que el catolicismo compite cada vez más –y no con mucho éxito— en los sectores más deprimidos y marginales del Tercer Mundo. La única forma de impedir, a su juicio, que el riquísimo patrimonio intelectual, teológico y artístico fecundado por el cristianismo se desbaratara en un aquelarre revisionista y una feria de disputas ideológicas, era preservando el denominador común de la tradición y del dogma, aun si ello significaba que la familia católica se fuera reduciendo y marginando cada vez más en un mundo devastado por el materialismo, la codicia y el relativismo moral.
Juzgar hasta qué punto Benedicto XVI fue acertado o no en este tema es algo que, claro está, corresponde sólo a los católicos. Pero los no creyentes haríamos mal en festejar como una victoria del progreso y la libertad el fracaso de Joseph Ratzinger en el trono de San Pedro. Él no sólo representaba la tradición conservadora de la Iglesia, sino, también, su mejor herencia: la de la alta y revolucionaria cultura clásica y renacentista que, no lo olvidemos, la Iglesia preservó y difundió a través de sus conventos, bibliotecas y seminarios, aquella cultura que impregnó al mundo entero con ideas, formas y costumbres que acabaron con la esclavitud y, tomando distancia con Roma, hicieron posibles las nociones de igualdad, solidaridad, derechos humanos, libertad, democracia, e impulsaron decisivamente el desarrollo del pensamiento, del arte, de las letras, y contribuyeron a acabar con la barbarie e impulsar la civilización.
La decadencia y mediocrización intelectual de la Iglesia que ha puesto en evidencia la soledad de Benedicto XVI y la sensación de impotencia que parece haberlo rodeado en estos últimos años es sin duda factor primordial de su renuncia, y un inquietante atisbo de lo reñida que está nuestra época con todo lo que representa vida espiritual, preocupación por los valores éticos y vocación por la cultura y las ideas.


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