HA MUERTO BERGOGLIO. NACE FRANCISCO
“Muchas veces, las autoridades religiosas tienen que estar manejándose con el dilema de no perder el ritmo de la historia y, al mismo tiempo, no caer en el facilismo de seguir modas efímeras. En ese equilibrio está siempre la voz de los papas, obispos y quienes tienen que definirse respecto de materias complejas” (Carlos Pagni, La Nación, 22-4-25)
EXPLOSIÓN COLECTIVA
La muerte de Francisco ha generado
entre nosotros un comportamiento colectivo favorecido por los medios y las
redes. El estallido de esta “masa
virtual” en Argentina hizo que muchos pidieran perdón por su criticismo
durante el pontificado del fallecido; elevamos a Francisco a la categoría del
hombre más importante de la historia nacional, y repetimos unánimemente acerca
de la humildad y misericordia de Francisco como rasgos preponderantes de su
pontificado.
MURIÓ BERGOGLIO. NACIÓ FRANCISCO
Un hermano mío sintetizó la explosión
del punto anterior -en un entretenido encuentro de primos- con la
expresión de “murió Bergoglio y nació Francisco”.
Este fenómeno de un Papa que cuando
asumió fue burlado por nuestra Presidenta de turno hasta que su fallecimiento produjo
semejante “explosión emocional” que apuró a diversidad de reconocimientos, ya tiene acciones concretas: la estación de
subterráneo de la D, Catedral, pasará a llamarse Catedral-Papa Francisco; un
diputado ha propuesto un feriado nacional específico del “argentino más
importante de la historia”. Se sucederá la instauración de su nombre a calles,
avenidas, escuelas, etcétera, en una carrera de quién se luce más a la hora de
“representar” aquel estallido emocional.
PERSPECTIVA POLÍTICA. PERSPECTIVA CATÓLICA
El grueso de lo transmitido y
compartido por los medios como en las conversaciones y discusiones, ha sido en
clave política y social,
preponderantemente.
El Papa de los humildes, de los
pobres; el Papa de la paz; de los migrantes; del cuidado del planeta. Si bien he opinado en cada situación (dada mi
fascinación por los hechos políticos y sociales), mis cuestiones al pontificado
de Francisco están en el plano de los modos en materia doctrinaria, que es lo
que ahora vemos expresar específicamente en las previas de la elección de un
nuevo Papa.
QUÉ DISCUTE LA IGLESIA HOY
1 - “Qué tipo de papa necesita la
Iglesia ahora, después del disruptivo
reinado de un papa informal y espontáneo -como dijo Re en su homilía-, como el
que llegó desde el fin del mundo[1]
¿Optarán por un candidato de continuidad, que lleve adelante sus procesos, o de
transición? (Elissabetta Piqué, La Nación, 27/4/25).
2 “El viraje no es unánime; una rama de los cardenales y obispos
estadounidenses se alinea aún detrás del progresismo de Bergoglio…” (Inés
Capdevila, La Nación, 25/4/24)
LA HERENCIA. NO SÉ SI EL LEGADO
La herencia central de Francisco es
densa: la Iglesia del futuro, ¿encontró la llave para definirse por sí misma según
el sentir y obrar de cada tiempo, “modelando” al Jesús más conveniente en cada
tiempo? O, luego de haberse asomado al abismo ¿volverá al carril de la hermenéutica de la continuidad, la
ortodoxia? ¿Habremos encontrado la forma de que Jesús encaje en lo
“políticamente correcto” que el mundo nos plantea a los católicos modelando los
“jesuses” convenientes a cada tiempo?
Francisco I ha rozado (cuando
menos) la disrupción de las
enseñanzas y certezas de la Iglesia Católica en función de acomodar a la
Iglesia a los tiempos seculares, antirreligiosos y de costumbres masivas
decididamente no católicas y hasta
anticatólicas. Tal como indican Piqué y Capdevila y tantos muchos, la Iglesia
después de Francisco se debate entre la continuidad
y la ruptura. Claro que los
deseos de Piqué y Capdevila no creo que vayan por el lado de los míos.
ESTRICTAMENTE LO CATÓLICO
El punto central de debate y por
encima de lo demás, incluida la reforma de la Curia, si dejó déficit o no, si
fue autoritario con unos y complaciente con otros, si fue grosero con la señora
orgullosa de haber convertido a una amiga o atrevido al insinuar a un niño que
su padre está en el cielo, si iba menos
gente al Vaticano, el tema central hoy es el de la dirección de la Iglesia: ruptura o continuidad. No tiene nada que ver con el “estallido virtual” de
corte emocional.
Los aplausos a Francisco provenientes
del mundo no religioso, tiene que ver con esta situación: la Iglesia católica –han
dicho y dicen- hizo un viraje no católico en relación con las costumbres
contemporáneas y el “mundo” desea más aún y han visto que existe la posibilidad
de una Iglesia a tono con el mundo creado por los políticos y desde los medios
se pedía más y más a Francisco.
El tema así como está planteado hoy
por el propio periodismo al tratar al Cónclave y el futuro de la Iglesia, lo he planteado tempranamente en el
pontificado de Francisco, quedándome más solo que piojo en cabeza de calvo: no
he podido tratarlos con el común de amigos y conocidos, sea por el desinterés y
lejanía de estos temas, sea por la conformidad que los cambios de Francisco ha
logrado entre muchos, sea porque el “papismo” propio de nuestra educación
católica les impedía rozar siquiera un cuestionamiento al Papa en materia
propia de su cargo.
EL TEMA: LA DOCTRINA
Francisco de alguna manera ha iniciado
un camino en que se puede crear nueva y distinta doctrina sin que pase mucho
dentro de la Iglesia. Es más, hasta se
puede encontrar con apoyo masivo tanto jerárquico como de la feligresía,
contando además, con el acompañamiento mediático de intereses que fogonean una
“iglesia adaptada al mundo”, una capellanía de Naciones Unidas, en el decir de algún
recalcitrante.
Francisco supo controlar o
neutralizar las reacciones tardías y estupefactas de cardenales, obispos,
teólogos y feligreses, que no podían creer que un Papa obrara en ruptura de la
continuidad de la doctrina, excediendo las siempre necesarias reformas que,
desde su fundación, genera la Iglesia y explican su permanencia tanto tiempo. Francisco
impuso el tratamiento binario del tema (algo común en él), de o cambiar o de permanecer
en el siglo primero, saltándose la dinámica que ha tenido en su historia la
Iglesia Católica para mantenerse y hasta crecer en presencia en cada época.
ANTES Y DESPUÉS DE FRANCISCO
Por siglos, el calendario
internacional y el de muchas naciones, ha sido ANTES y DESPUÉS de CRISTO (aC,
dC), lo que se conformó no sé cuándo como “antes y después de la era común,
EC).
Un futuro Papa tiene el camino abierto (si lo elige) de
establecer una Iglesia ANTES y DESPUÉS DE FRANCISCO (aF, dF), como una refundación a pesar de que Jesucristo
dijo que toda la Revelación que necesitábamos finalizaba con Él y que “duraba” hasta
su segunda venida y que estamos en el mundo con nuestras responsabilidades mas
no somos del mundo, en tanto nuestros valores difieren sustancialmente de los
del mundo y, además, debiendo evangelizar al mundo mediante la inculturación del mismo. (Te lo dije de una).
El proceso iniciado por Francisco parece
distinto: la Iglesia deja que el mundo la “insufle”, le indique ande conviene ir.
Esto es algo que los medios tratan más abiertamente hoy al tratar la
conformación del Cónclave y la elección del nuevo Papa.
PARADOJA
El Papa que se animó a cambiar la
doctrina sobre la pena de muerte por su contraria; firmó un documento sobre la
moral católica y, al año, firmó lo contrario; que al pie de una extensa
Exhortación Apostólica, escribió un galimatías que es base de la comunión de
divorciados vueltos a casar en vida del cónyuge sacramental, estableciendo las
bases de un cambio en la doctrina del pecado vigente previa a su intervención; Ese
Papa ha dejado las cosas para asegurar la CONTINUIDAD de sí mismo, de esa nueva
Iglesia. Al menos, así afirman los “vaticanistas” hoy en ebullición ante el
inicio del Cónclave elector del nuevo Papa. No es ya la continuidad católica, a
secas, sino la del camino iniciado por Francisco. Lo que para muchos, no es
bueno y ha generado y genera preocupación.
CÓMO ES EL TRUCO (TRICK or TREAT)
La disrupción que necesita el progresismo necesita –valga la redundancia-
de un fundamento en el cual basar los cambios en contradicción, parcial o
total, con lo dado por papas, concilios,
sínodos, luchas intelectuales, excomuniones y otras yerbas en el pasado. La
Iglesia ha sostenido que la Revelación alcanzaba su plenitud en Jesús.
Distintos textos ratifican que lo dado hasta Jesús es lo que la Iglesia deberá
custodiar y difundir hasta la segunda venida de Jesucristo.
La corriente progresista necesita
sortear semejante condicionamiento que no lograr destrabar “lo que ates en la
tierra, será atado en el cielo” (Mt 16, 19), ya que el principio de integridad
y no contradicción es muy fuerte.
Se comienza con lo que se ha
siempre en la Iglesia, como es escudriñar “los
signos de los tiempos” de tal manera de tomar decisiones sobre la orientación
principalmente pastoral que adoptará la
Iglesia Católica para su misión de evangelizar y, al mismo tiempo, custodiar la
Fe de Cristo en un tiempo generacional específico.
Para ello, hay que “ponerse en escucha del Espíritu Santo”
y de ello, tomar los rumbos y decisiones correspondientes.
Para escuchar al Espíritu Santo, la
forma que busca instalar el progresismo,
es escuchar la voz del pueblo creyente y
no creyente y escrutar las corrientes
que expresan los Obispos. Si estas
creencias y opiniones “matchean” ¡bingo! ¡Palabra de Dios!. Así si las
creencias populares y de los jerarcas coinciden, el Espíritu de Dios nos está
guiando por nuevos senderos y nos debemos dejar sorprender (en palabras de
Francisco) de nuevas cosas y nuevos caminos sin considerar mucho la conexión
con lo que se daba. Nadie mirará hacia atrás: una nueva revelación nos ha sido
dada, ¿por qué habría de buscarse una conexión con el pasado?
Lo interesante es que, hasta que alguien lo cambie, la “prueba ácida” utilizada para determinar si
una novedad, un desarrollo, una evolución doctrinaria era obra del Espíritu
Santo, era el de la CONTINUIDAD con las enseñanzas y certezas de la Iglesia
Católica anteriores a la novedad. Esta “prueba ácida” quedaría suprimida de
hecho por el “sentir mayoritario de fieles y jerarcas”.
RELATIVISMO
Que el mundo contemporáneo y el
futuro mundo han adoptado el relativismo más absoluto, es un hecho, como que la
ruptura de la continuidad católica es necesaria para que progrese el relativismo dentro de la
Iglesia.
S. Juan Pablo II definió tres
corrientes dentro de la Iglesia: a una la
denominó como “progresista”, la que
pretendía adaptar la doctrina católica al espíritu del mundo moderno, de manera
que comprometiera en su afán principios fundamentales de la Iglesia, diluía los
principios fundamentales de la Fe. A la otra,
“tradicionalismo”, es decir, quienes
desean una vuelta atrás del Concilio Vaticano II. ¿Cuál era la corriente
correcta según S. Juan Pablo II? La tercera, la hermenéutica de la continuidad que, conservando el núcleo inmutable
de la fe adaptara la pastoral y la misión a los desafíos de los nuevos tiempos,
sin rupturas ni regresos anacrónicos. Esta corriente puede ser llamada como “ortodoxa”, ni tradicionalista ni
conservadora.
PERO, JESÚS, SIEMPE JESÚS
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí” (Jn 14, 6)
La Iglesia Católica afirma (o
afirmaba) ser la única y auténtica vía de salvación, con la excepción de los
círculos introducidos por el Vaticano II. Francisco tuvo varias intervenciones
del tipo “ambiguas”, en las que se expresó de forma tal que diciendo lo que
decía no desdecía lo dicho por la Iglesia pero tampoco lo afirmaba,
relativizando así las afirmaciones de la Iglesia, matizándolas asegún el
auditorio del momento. El caso que más “lío” generó fue la Declaración de Abu
Dabi, 4/2/2019, que Francisco firmó con ¿su par? Musulmán: “El pluralismo y las
diversidades de religión, color, sexo, raza y lengua son queridas por Dios en
su sabiduría” El Vaticano –ante el revuelo que se levantó- buscó aclarar que
Francisco entendía esa voluntad en un sentido permisivo, no positivo, pero por
otras expresiones, no se sabe a ciencia cierta qué es lo que estaba
consintiendo. Varias veces el Vaticano salió a aclarar al Papa.
El cambio de doctrina sobre la pena
de muerte y la comunión de vueltos a casar en vida del cónyuge sacramental, son
otros cambios de rumbo de la materia que trataba. Francisco abrió esta puerta y
su proyección a futuro puede derivar en una revisión de los dogmas de Fe. Por
ejemplo, a través de una infidencia de un periodista, Francisco le habría dicho
que no habría infierno. Posteriormente, en público, señaló que el infierno,
seguramente, estaba vacío (de lo cual hay una corriente teológica que adquirió así
nivel papal informal).
EL PAPA DE LA MISERICORDIA.
Es una de las virtudes que se
señalan masivamente sobre Francisco. En el discurso en la clausura de la III
Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos (18/102014), Francisco
advirtió sobre cinco tentaciones de las que yo tomo dos de ellas en las que
creo el ex pontífice habría caído:
“d) bajar de la cruz, para contentar a la gente, y no permanecer allí,
para cumplir la voluntad del Padre; de ceder
al espíritu mundano en lugar de purificarlo y conducirlo al Espíritu de Dios;
“e) descuidar el «depositum fidei», considerándose no custodios sino
propietarios y dueños, o, por otra parte, la tentación de descuidar la realidad
utilizando una lengua minuciosa y un lenguaje pulido para decir muchas cosas y
no decir nada. Los llamaban «bizantinismos», creo, a estas cosas... “
Los cambios de Francisco fueron
introduciéndose como un caballo de Troya, como escondidos en muchas palabras,
un pie de página o con frases incompletas que dejaban la ambigüedad a criterio
de quien escucha o lee o de frases cortas y enigmáticas. En el caso de la pena
de muerte, lo hizo de frente y march, creería que porque sabía que nadie
cuestionaría el método ante el asunto tan “políticamente correcto” que trataba.
En otros casos, no dudó en ridiculizar conductas de católicos comunes. Era la
docencia de Francisco, la que podía ir desde el susurro de hermosas palabras
hasta la ironía ácida del otro.
CERRANDO
El propio debate de este preciso
momento indica que Francisco I ha introducido unos cambios en la Iglesia que
han sido criticados por unas minorías católicas mientras que ha sido aplaudido
por personas, políticos y dirigentes que no son católicos, ni siquiera
religiosos y no lo serán nunca, como así
también, por curas y feligreses que alivianan sus cargas o creen hacerlo. Leo
diversos reportajes de ateos que lo han apreciado por haber impulsado los
cambios radicales, rupturistas y haber insinuado otros cambios tan
grandes, que no llegando a ejecutarlos
al menos movieron al debate (diaconisas como paso intermedio del sacerdocio
femenino, por ejemplo): la corriente progresista interna tiene muchos buenos
aliados fuera de la Iglesia y realizan una acción conjunta de erosión de la
misma.
“La Iglesia debe adaptarse al mundo”, ha sido un reclamo de todos
los tiempos, al menos de mi tiempo, de no creyentes y de creyentes. Francisco
estableció un camino, el cual no solamente es criticado por muchas y
calificadas personas, sino que se reconoce que es parte del debate del Cónclave
que se reunirá: el de asumir que los papas tienen la autoridad para
“reescribir” a Jesús o, por el contrario, asumir que los Papas son custodios de
una Fe que les exige a ellos tanta imaginación como esfuerzo para guiar al
mundo católico en consonancia con las enseñanzas, guías y mandatos de Jesucristo.
Por supuesto, ambas son respuestas
a un contexto (“el mundo”) que ha cambiado muchísimo desde que Francisco fue
ungido Papa y seguirá haciéndolo en adelante en clave relativista,
profundizando la eliminación de Dios de la vida de las sociedades y fortalecer
el dominio del ser humano por sobre toda la creación. Más aún, hoy los humanos
estamos “creando” nueva “vida” y hemos asumido el señorío sobre la vida, la
muerte y la naturaleza humana, un mundo decididamente artificial como pagado de
sí mismo. ¿Debemos cambiar los católicos?
AL CIERRE, EL OBISPO BARRON
Cerrando este escrito, apareció un
reportaje en First Things[2] al
obispo de Winona-Rochester, Robert Emmet Barron, muy, pero muy laudatorio de
Francisco y enmarcando los distintos documentos y algunos gestos del ex
pontífice en la tradición teológica continuadora de S. Juan Pablo II y S.
Benedicto XVI, aunque, también, establece algunos cuestionamientos, aunque los
hace con mejor onda que los míos. Reproduzco de aquí hasta el final parte del reportaje:
“Lo que quizás me resulta más
intrigante del papa Francisco es lo que no hizo. En los primeros días tras su
elección, se rumoreaba que era un "conservador", un autoritario al
que los jesuitas habían exiliado tras años difíciles en el gobierno. Pero pronto,
cuando se hizo evidente que Francisco, de hecho, se inclinaba hacia el lado
babor (nota: izquierdo) del espectro ideológico. Muchos en la izquierda
católica comenzaron a verlo como el tan esperado salvador liberal, aquel que
reviviría el sueño posconciliar que había sido desbaratado por Juan Pablo II y
Benedicto XVI. Estaban convencidos de que Francisco, por fin, nos traería
sacerdotes casados, sacerdotisas, el matrimonio igualitario y una
liberalización de las enseñanzas de la Iglesia sobre el aborto, la
homosexualidad, la transexualidad y la anticoncepción.
“Bueno, no cumplió con nada de eso.
La gran rendición católica a las exigencias de la cultura no ocurrió bajo su
mandato, y fue sumamente divertido ver a los principales medios de comunicación
católicos liberales intentar aceptarlo. De hecho, el aborto no tuvo un oponente
más fuerte que Francisco, quien con frecuencia lo comparó con la
"contratación de un sicario". Y fue un crítico enérgico de lo que a
menudo llamaba "ideología de género", cuya imposición en los países
en desarrollo denominó "colonización ideológica".
“(…) A pesar de su estilo a veces
despreocupado y su manera imprecisa de hablar, el Papa Francisco se mantuvo
firme, demostrando así la misteriosa guía del Espíritu Santo sobre la enseñanza
doctrinal y moral de la Iglesia. Todo lo anterior lo contaría entre los logros
muy reales del Papa Francisco.
“Y, sin embargo, lo que se lee en
casi todas las evaluaciones del difunto papa es que era, como mínimo,
"controvertido", "confuso" y "ambiguo". Algunos
comentaristas incluso llegan a decir que era herético y que socavaba las
antiguas tradiciones de la Iglesia. No comparto en absoluto esta última
postura, pero simpatizo hasta cierto punto con las primeras. El papa Francisco era
una figura desconcertante en muchos sentidos, que parecía deleitarse en
desmentir las expectativas, haciendo lo que se creía que haría. Es famoso que
les dijera a los jóvenes reunidos para la Jornada Mundial de la Juventud en Río
de Janeiro que " hagan lío" (arruinaran), y a veces parecía disfrutar
haciéndolo.
“Uno de los momentos más confusos
del pontificado de Francisco fue el Sínodo sobre la Familia, en dos partes, que
tuvo lugar en 2014 y 2015. El hecho de que el cardenal Walter Kasper, defensor
desde hace mucho tiempo de permitir que los católicos divorciados y vueltos a
casar reciban la comunión, hablara al inicio de la reunión indicó con bastante
claridad la dirección que el papa Francisco quería que tomara el sínodo. Sin
embargo, se encontró con una férrea resistencia por parte de los obispos,
especialmente de los países en desarrollo, y cuando apareció el documento
final, el famoso Amoris Laetitia, la cuestión parecía extrañamente irresuelta,
abierta a diversas interpretaciones. Cuando los apologistas del papa señalaron
una oscura nota a pie de página enterrada en lo profundo del documento como si
aportara la claridad necesaria, muchos en la Iglesia se mostraron, como mínimo,
incrédulos. Y cuando cuatro cardenales pidieron al papa que resolviera una
serie de enigmas ( dubia , en la jerga técnica) que Amoris Laetitia les había
planteado, fueron básicamente ignorados.
“Amoris Laetitia contiene, sin
duda, muchas reflexiones hermosas, pero fueron ampliamente ignoradas debido a
la controversia y la ambigüedad que lo acompañaron. De hecho, tras su
publicación, se desató una especie de "anarquía doctrinal", ya que
diversas conferencias episcopales dieron al documento diversas
interpretaciones, de modo que, por ejemplo, lo que seguía siendo pecado mortal
en Polonia parecía permisible en Malta. Si una responsabilidad primordial del
papa es mantener la unidad en la doctrina y la moral, es difícil comprender
cómo el papa Francisco cumplió con esa obligación durante el proceso sinodal y
sus consecuencias.
“Y curiosamente, no pareció
aprender de esta situación. En 2023, tras la primera ronda del Sínodo sobre la
Sinodalidad, el jefe doctrinal del papa Francisco, el cardenal Víctor Manuel
Fernández, emitió la declaración Fiducia Supplicans , que permitía la
posibilidad de bendecir a las uniones del mismo sexo. Decir que se desató una
polémica en el mundo católico sería quedarse corto, y la oposición estuvo
liderada, una vez más, por líderes católicos del ámbito no occidental. En una
asombrosa muestra de unidad y valentía, los obispos de África dijeron que no
impondrían la enseñanza de la Fiducia en sus países, y el papa dio marcha
atrás, permitiéndoles disentir del documento. Que todo esto sucediera
inmediatamente después de una reunión de cuatrocientos líderes de todo el mundo
católico, a quienes nunca se les consultó sobre el asunto, simplemente desafía
la creencia. Una vez más, el papa luchó por mantener la unidad de la Iglesia.[3]
“En ocasiones, también, los
admirablemente generosos instintos del Papa parecieron llevarlo a decir cosas
doctrinalmente imprecisas o a tolerar comportamientos problemáticos. Un ejemplo
de lo primero sería su respaldo, en varias ocasiones, a la proposición de que
todas las religiones son caminos legítimos hacia Dios, como diferentes lenguas
que expresan la misma verdad. Ahora bien, dado su claro entusiasmo por la
evangelización, quiero ser generoso en mi interpretación de sus palabras,
interpretándolas quizás en la línea de la afirmación del Concilio Vaticano II
de que existen elementos de verdad en todas las religiones. Pero creo que es
justo decir que el Papa al menos dio la fuerte impresión de indiferentismo
religioso.
“Como ejemplo de su tolerancia a
comportamientos problemáticos, señalaría el (in)famoso incidente de la
Pachamama en el Sínodo de la Amazonía de 2019. Si bien persiste mucha confusión
sobre el propósito de la colocación de la estatua de la Pachamama en los
Jardines Vaticanos durante una oración con el papa, es cierto que generó mucha
controversia y que los diversos intentos de explicarlo solo empeoraron las
cosas. Una vez más, el papa se vio envuelto en un lío autoprovocado y
completamente innecesario, y el hombre que se suponía debía garantizar la
unidad, al menos implícitamente, la socavó.
“Nadie duda del don retórico del
Papa Francisco, no al estilo académico de Juan Pablo II o Benedicto XVI, por
supuesto, sino al estilo de un párroco experto en la homilía popular. Y sus
discursos a menudo tenían un toque mordaz. He aquí algunas de sus joyas:
"Sr. y Sra. Quejosos"; "Cristiano líquido"; "Cristiano
con cara de pimiento encurtido"; "débil hasta la podredumbre";
"Iglesia que es más solterona que madre". Y creo que es justo decir
que su veneno retórico se dirigía, la mayoría de las veces, a los católicos
conservadores. He aquí algunas frases ingeniosas más: "el cerrado y
legalista esclavo de su propia rigidez"; "¡doctores de la
letra!"; "La rigidez oculta una doble vida, algo patológico";
"¡Profesionales de lo sagrado! Reaccionarios"; y, el más famoso,
"retrógrados".
“Sé que estas críticas mordaces a
menudo desanimaban profundamente a los católicos ortodoxos, especialmente a los
jóvenes sacerdotes y seminaristas, a quienes el Papa una vez llamó
"pequeños monstruos". En una ocasión, durante la primera sesión del
Sínodo sobre la Sinodalidad, el Papa se dirigió a los delegados reunidos. Este
tipo de intervención papal directa fue extremadamente inusual, pues, para su
crédito, el Papa no quiso influir ni dominar excesivamente la discusión. Habló,
con tono sarcástico, de los jóvenes clérigos de Roma que pasan demasiado tiempo
en las mercerías clericales, probándose sombreros, cuellos y sotanas. Ahora
bien, puede que haya sacerdotes y estudiantes inmaduros preocupados por estas
cosas, pero me pareció sumamente extraño que este fuera el tema que el Papa
eligiera para esta rara oportunidad de dirigirse a algunos de los principales
líderes de la Iglesia.
“Para mí, esto indicaba una curiosa
fijación y demonización de los más conservadores. Y lo que hacía las cosas aún
más desconcertantes es que Francisco debía saber que la Iglesia está
floreciendo precisamente entre sus miembros más conservadores. Mientras la
famosa Iglesia liberal de Alemania se marchita, la Iglesia conservadora y de
orientación sobrenatural de Nigeria crece exponencialmente. Y en Occidente, los
sectores más activos de la Iglesia son, sin duda, aquellos que abrazan una
ortodoxia vibrante, más que aquellos que se adaptan a la cultura secularista.
Muchas de las expresiones e historias del Papa eran ciertamente graciosas, pero
sería difícil caracterizarlas como invitaciones al diálogo con interlocutores
conservadores.
“Para concluir, quisiera decir
algunas palabras sobre la sinodalidad, que creo que el propio Francisco
identificaría como su tema distintivo. Tuve el privilegio de ser delegado
electo en ambas sesiones del Sínodo sobre la Sinodalidad. Durante dos meses,
escuché y hablé con representantes de todo el mundo, y aprendí mucho sobre cómo
los católicos responden a los desafíos en entornos culturales
extraordinariamente diversos. Disfruté mucho de las conversaciones, tanto de
los intercambios formales en la mesa como, aún más, de las charlas informales
durante los descansos. Llegué a comprender el proceso de discernimiento orante
del Papa, inspirado por los jesuitas.
“También llegué, debo admitirlo, a
apreciar los límites de la sinodalidad. Si bien todos los diálogos fueron
animados e informativos, muy pocos avanzaron hacia la decisión, el juicio o la
resolución. La mayoría se estancaron en lo que Bernard Lonergan llamaría la
segunda etapa del proceso epistémico, es decir, ser inteligente o tener ideas
brillantes. No avanzaron al tercer nivel de Lonergan, que es el acto de emitir
un juicio, y mucho menos a su cuarta etapa, que es la de la acción responsable.
Éramos tan respetuosos con el «proceso» de la conversación que casi nos daba
miedo tomar una decisión.
“Este es un problema fatal para los
cristianos a quienes se les ha confiado el mandato evangélico de anunciar a
Cristo al mundo. El resultado es algo que, en mi opinión, contradice lo que el
Papa Francisco ha dicho constantemente que desea que sea la Iglesia:
extrovertida, orientada a la misión, no encerrada en la sacristía. A veces,
durante las dos rondas del sínodo, me pregunté si la sinodalidad representaba
una tensión en la mente y el corazón del propio Francisco.
“De todos los papas que he
conocido, Francisco es, con diferencia, al que mejor conocí. Estuve con él
durante tres octubres: los dos ya mencionados y un tercero para el Sínodo de
los Jóvenes de 2018. Durante esos maravillosos meses, lo vi prácticamente a
diario y tuve la oportunidad de hablar con él en algunas ocasiones. También lo
encontré en una visita ad limina y en otras audiencias. Siempre lo encontré
amable, divertido y accesible; en una ocasión tuvimos una breve pero intensa
conversación espiritual. Lo consideré mi padre espiritual y lamento
sinceramente su fallecimiento. Requiescat in pace”.
28/4/25
[1] “Parece
que mis hermanos cardenales han ido a buscarme casi al fin del mundo”,
expresión de Francisco al asumir el pontificado y dirigirse a la grey católica
reunida en la plaza de San Pedro. Se transformó la frase “Vengo desde el fin
del mundo”, como si en el tiempo moderno Argentina fuera una expedición al Polo
Sur y no que estuviéramos a 12 horas en confortable cabina de avión. Pero los
clichés tienen eseo: pegadizos, sin nada que explicar y transmitir emociones.
[2] https://firstthings.com/francis-in-full/
[3]
Nota mía: el Papa luchó por una unidad que había roto él mismo.
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