Finalmente, los argentinos tomamos
nota de que hay un ajuste de tipo ortodoxo y que esto debería crear una
recesión, lo que traerá una sensación nueva para millones de argentinos que
durante los años de kirchnerismo sólo recibieron estímulos al consumo.
El Presidente del Banco Central
viene mostrando logros que, en nuestra opinión, los medios de la oposición no
destacan como creemos deberían hacerlo: el dólar oficial y el paralelo tienden
a bajar levemente de los números míticos de $ 8 y $ 12, respectivamente. Es
más, la brecha que generaba histeria diaria, se ha reducido a un 41% pero si
tomamos el dólar tarjeta, es de menos de $ 2 por unidad verde. Además, el
aumento de la tasa de interés ha sido recibida con interés por los inversionistas
y, ciertamente, quita dinero del mercado, que es el objetivo final: secar la
plaza para reducir el consumo y evitar que los precios adquieran una dinámica imposible
de contener.
Desde el lado de Economía, el pibe
Kiciloff viene sumando medidas bien ortodoxas, exactamente las que la Presidente
bramaba que nunca tomaría: reducción del gasto público pasando subsidios a
precios (bolsillo de la gente); aumentando impuesto a los automotores; aumentos
de precios de bienes y servicios y tratando de imponer un límite a la negociación
salarial, de tal manera de generar un beneficio para las empresas y el Estado.
Pero hay más. Se logró un razonable
acuerdo con Repsol por la confiscación de su parte en YPF y por más que Pino
Solanas o Lilita se encolumnen tras el infantilismo de que nada debía pagarse,
lo cierto es que ha sido un buen resultado para el Gobierno: un precio por
debajo del pretendido por Repsol en sus demandas, pagadero en varios años y con
bonos. Esto provoca una buena onda para el mundo empresarial aunque no
necesariamente el resurgimiento de la confianza.
El Gobierno inauguró el nuevo Indec
con un índice para enero bastante realista y promete en febrero reconocer la
inercia inflacionaria. Hacerlo, le permitirá un índice marzo en baja producto
de las medidas de restricción de la demanda.
La propia Unión Industrial ha reconocido que el
Gobierno ha tomado medidas apropiadas a la crisis, la que prometía acabar con el
gobierno de Cristina Fernández.
Pero, también, se han sumado los
sindicatos, quienes se resisten a la pretensión del Gobierno de limitar los
aumentos salariales. Sin embargo, ya se escucha a sindicalistas, como Pitrola,
por ejemplo, que están alertando que hay suspensiones y despidos principalmente en la
industria. Y esto le viene temporalmente muy bien al Gobierno, ya que ante esta
realidad, la CGT oficial pide atender al resguardo del empleo antes que
focalizarse en los sueldos. En criollo, aceptamos un aumento menor con tal de
que paren el drenaje. Para esto, están en curso diversos proyectos de
prohibición de despidos por parte de las empresas.
Pues bien, más allá del ridículo
que esté haciendo Cristina Fernández adoptando medidas de la más pura ortodoxia
de los economistas “neo liberales”, lo cierto es que el Gobierno adoptó medidas
y podrían tener éxito en la contención de la inflación. El costo político del
ajuste para una Presidente que se está yendo, no parece muy alto. Lo que sí es
cierto, es que era mejor ahora que en el 2015: habría llegado con una alta
conflictividad social producto de una economía desmadrada y en la situación del
ex Presidente Alfonsín de tener que irse antes. Esto, nos parece, está hoy por
hoy contenido. En cuanto a una oposición bramando por la recesión, suspensiones
y despidos, no debería tener demasiado eco ya que a todos les conviene que el
ajustazo lo haga Cristina y no la coalición que gane el gobierno en el 2015.
Por último, muchísima gente entiende qué es lo que debía hacerse y hecho está…a
bancarlo.
Creemos que la oposición debería
poner énfasis -a medida que la gente tenga más palpable la recesión o un ajuste
salarial menor- en por qué la Presidente se empecinó en ponernos en esta
situación. El ajuste es duro y no por necesario deberíamos dejar de preguntar –over
and over- por qué nos metieron en esto, es decir, enfatizar lo innecesario de
la situación.
Por último, muy interesante ha sido
el jueves 27-2-14 en materia de “señales” respecto de la inseguridad. El
Ministro bonaerense Granados dialogó nada menos que con Longobardi, donde
contestó preguntas sobre las nuevas policías comunales. Por su parte, el
Secretario Berni reaccionó con prontitud al piquete izquierdista sobre
Panamericana que, luego, rotó a otros puntos de la Ciudad. Pero el mensaje de
Berni es importante: quienes cortan rutas son delincuentes. Claro que estos
funcionarios pueden decir delincuente hoy y compañero mañana pero narraban en las radios que los automovilistas saludaban de diversas formas la intervención de la Gendarmería. Pero por ahora,
es un signo.
Quiere decir, en síntesis, que el
Gobierno sabía qué debía hacer pero estiró la cuerda hasta el punto de haber
punteado la chance de un alejamiento intempestivo del gobierno producto de sus propias acciones. La situación, a punto de
corte, fue alivianada con las correctas medidas tomadas pero comienzan
a crear una nueva tensión como es el tema salarial y la abstinencia consumista.
Para absorber tanto renunciamiento
a sus principios, discursos y homilías, Cristina se está por dar un “baño de
chavismo” con la presencia en pocos días más de Nicolás Maduro, líder de la
revolución socialista en apuros en su país. Ambos podrán energizarse aunque sea
por un corto tiempo e intentar aparecer despegados de sus problemas: Cristina
liderando un flor de ajuste en Argentina y Maduro ofreciendo un diálogo a la
oposición. Puaj, que asco para cada uno, pero están tomando estas medicinas por sus propias enfermedades auto inflingidas. Un encuentro para pasar el mal trago al que cada uno está sometido.
Hasta la próxima
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