De pronto, estalló una guerra
social, previamente al discurso de apertura de sesiones legislativas de la
Presidente de la Nación.
Hordas humanas se posesionaron
del Parque Indo americano y el Juez no se animó a aplicar su propio dictamen de
desalojo. Por su parte, hordas humanas produjeron destrozos en el barrio de
Saavedra, quemando autos, violando propiedad privada y rompiendo lo que podían,
ante la ausencia de las dos fuerzas que actúan en la Ciudad de Buenos Aires: la
Federal y la Metropolitana. En realidad, concentraron fuerzas para defender al
Dot que linda con el peligroso Barrio Mitre y dejaron a los vecinos de la zona
a merced de la horda.
Se pueden realizar diversidad de
interpretaciones. La conceptualización de pobres en situación de supervivencia,
abandonados del sistema que se hacen ver y oir de esta manera, es la que,
seguramente, cultivará el mayor consenso entre la dirigencia política. Ésta
hace años que perdió el rumbo en la materia y así como conceptualiza la
situación, así se ha atado de pies y manos para encarar hechos absolutamente
delictivos y con organización de base.
Se trata de una interpretación
paternalista que hace que todo el sistema legal se detenga ante las fronteras
de la pobreza, justificadora de toda suerte de tropelías humanas. La interpretación
paternalista despoja al ser humano de responsabilidad propia conforme le esté
yendo en esta vida. Y el derecho penal tiene en su base la responsabilidad de
la persona sobre sus conductas. Es por esto que la llamada “doctrina Zaffaroni”
es absolutamente tolerante con los delitos provenientes de personas de la
indigencia, la pobreza, la falta de educación y de trabajo. La responsabilidad
la atribuye a la “sociedad” y, en todo caso, es ésta la que debe pagar por lo
que hizo el “pobre” (en sentido económico, social y cultural como también como
persona despojada de algo).
Si el sistema legal recula ante
la toma del Indoamericano, habremos cruzado una línea que afectará a todo el
sistema: la percepción generalizada de que el propio Estado no está en
condiciones de hacer cumplir la ley y, por otra parte, si ellos pueden, ¿por
qué yo no? A la fuerza o negociando, el Estado debe lograr el desalojo del
Indoamericano ya que estamos creando una cultura de inexistencia de la ley a
pesar de todas las estructuras creadas para imponerla: policías (en la Ciudad
de Buenos Aires, dos policías), fiscales, jueces, cárceles, legisladores.
Aún más, lo del barrio de
Saavedra es otra demostración de que la seguridad ha pasado a ser cosa propia
de los ciudadanos: es hora de auto defenderse. La policía viene después del
hecho y, por lo que denuncian los vecinos de Saavedra, es como que llegaron
cuando la cosa había amainado. Esto solamente ocurre por decisiones adoptadas
por las cúpulas policiales y sus referentes políticos.
Nuestra dirigencia política viene
jugando con fuego desde hace años. Comienzan a verse las consecuencias en forma
incipiente aún, gracias a que el grueso de los argentinos tiene pavura por la
violencia. Sin embargo, desde hace años se ejerce la justicia por mano propia
en las zonas pobres cuando se detecta a un violador de niños. Desde hace poco
se está dando el fenómeno de gente que reacciona defendiéndose de ladrones. A
veces con éxito. A veces no. Claro que de un asalto doméstico, a veces salís
con vida. A veces no.
¿Qué podemos esperar de Berni o
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? El asunto los supera y lo que en
años se promovió, en semanas no se arregla.
Pero en ningún lado en el que la
violencia está al rojo vivo se escuchan planes. Esta semana hemos escuchado al
Ministro Granados de la Provincia de Buenos Aires en varios medios. Anuncian
medidas –como las policías comunales- pero no planes. Éstos deberían
necesariamente avanzar sobre toda la demagogia vertida desde el regreso a la
democracia y las camadas de abogados adoctrinados por el doctor Zaffaroni. En
síntesis, llevará años desarmar todo un andamiaje conceptual promotor de la
delincuencia en todos sus niveles.
Claro que esto no es inocente, no
es doctrina pura. Hay un entramado delictual que incluye a policías y a
políticos que hace que todo esto sea un gran negocio, que mueve entre piratería
del asfalto, tráfico de drogas, abigeato, sustracción de vehículos para el
mercado de repuestos o para pasar a Paraguay o a Bolivia, prostitución, toda clase de productos
adulterados o falsificados, varios miles
de millones de pesos que, en la lógica de las estructuras de nuestros estados,
¿por qué dejárselos a los privados si desde los puestos que ocupan pueden
llenarse los bolsillos? ¿Por qué dejar a pajertos lo que pueden liderar desde
sus puestos de trabajo?
Estamos en la situación de que un
futuro gobierno deberá encarar una guerra interna contra la delincuencia en
todos sus niveles, creando fiscalías y juzgados especializados por rama de
delito y fuerzas policiales a cargo de los jueces. Deberán asegurar la
inamovilidad de los jueces ya que el actual sistema del Consejo de la
Magistratura es la más formidable herramienta de sujeción de jueces que haya
creado la Argentina en todos los tiempos. Deberán dictarse nuevas leyes de
fondo y de procedimiento. Y ese Presidente deberá destinar los dos mandatos que
logre a esta lucha, en la que deberán caer todos quienes estuvieron en el “sistema
delictual”.
Ciertamente una acción como la
que expresamos, requerirá del consenso de la dirigencia política, lo que, en la
materia, parece inalcanzable hoy por hoy con una generación de políticos que
han anclado en la “teoría paternalista del delito y, por lo tanto, la
inexistencia de delitos”.
Y una vez más: hay que aprender a
auto defenderse de quien te quiere despojar de tu trabajo, tus esfuerzos; de
quien amenaza la vida de tus familiares y la tuya propia. A la par, hay que
auto defenderse de un Estado que tolera el despojo y lo practica en diversidad
de formas: confiscaciones, aplicación abusiva del derecho, metiendo miedo a
empresarios y obligándolos a ceder parte de su empresa; el uso de la AFIP para
amedrentar y meterse en las acciones económicas privadas; la constitución de “barras
bravas” que aprietan y hasta el podio de la propia Presidente que, utilizando
información confidencial, te la enrostra en un discurso cualquiera y careciendo
de verdad.
Argentina está mal pero por
motivos más profundos que la situación económica. Ésta es la punta de un
iceberg donde la moral social no se encuentra ni en la punta ni en la
profundidad. La misma ha sido devastada por una dirigencia política
oportunista, desleal con sus mandatos de servicio a la gente, inescrupulosa en
los medios y fines y absolutamente irresponsable de las consecuencias de sus
actos. Su preocupación es la conservación del poder, a secas.
Nuestra devaluación no es el
peso. Es la moral, los valores que deberíamos compartir como sociedad y exigir
a la dirigencia política, sindical, empresarial que los conduzca en su vida de
dirigentes. Esto está palpablemente perdido.
Y si mirás a la oposición hay
casi nada para esperanzarse. El propio Binner viene zafando ante la opinión
pública, ante la que goza de un prestigio inexplicable desde el momento que se
descubrió al Jefe de Policía rosarino implicado en el narcotráfico y, desde
entonces, hay muertos semanalmente como consecuencia de una guerra entre
carteles. Justo en el territorio gobernado desde hace tantos años por la
coalición socialista-radical. Porque nosotros también estamos implicados en
este vaciamiento de la más mínima moral.
Ánimo amigos, la vida continúa y
debemos adaptarnos al medio existente. Esto no va para mejor ya que no hay
ninguna acción de los estados para que ello ocurra. Esto va para empeorar. Hoy
podés comenzar a adoptar tus propias decisiones o, como mecanismo de defensa,
ignorarlo y continuar hasta dónde de.
Hasta la próxima
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