Lunes de descanso y película en blanco y negro en el INCAATV: Héroes sin Fama. La encuentro empezada cuando un grupo de políticos le propone la candidatura al farmacéutico del pueblo, el que acepta alegremente, tras un programa de asfalto de todo el pueblo. El director y editor del diario –La Voz del Pueblo, por supuesto- le dice de frente que se está prestando a maniobras de coimas del grupo que lo lleva. Se enfrentan al  punto de maltratarse y dejar de hablarse. El grupo del farmacéutico ordena, por su parte, un ataque a la imprenta del diario del que termina asesinado el director.

Entre los diálogos: vas a asfaltar sobre el dinero del pueblo. Es decir, el asfaltado era la excusa para quedarse con dinero proveniente de impuestos en forma espúrea.

La película de Mario Soffici  fue estrenada el 10 de abril de 1940, hace casi 74 años atrás.  Los protagonistas principales fueron  María Esther Buschiazzo, Rufino Córdoba, Elisa Galvé, Adolfo Linvel, Ángel Magaña, Federico Mansilla y José Olarra. El guión estuvo a cargo de Carlos A. Olivari y Sixto Pondal Ríos. Era Presidente de la Nación, Ramón S. Ortiz.

¿A qué traigo esto? A que el nivel de inmoralidad de la sociedad argentina en el que nos encontramos tiene orígenes muy antiguos y que, en todo caso, hay partidos cuyos dirigentes y funcionarios han logrado exacerbar el modelo de corrupción basada, entre otras situaciones, en la obra pública. 

Los seres humanos encaramos acciones “morales”, es decir, sujetas a determinación de bien o mal. Los animales, por su parte, tienen un nivel de “amoralidad”, es decir, falta de sentido o finalidad moral. Pues bien, tantas generaciones de argentinos bajo el “sistema de corrupción oficial” nos pone, en nuestra opinión, al nivel de los animales, al perderse masivamente la posibilidad de que asumamos decisiones basadas en la moralidad de los actos. Ni pensar en que valuáramos el daño que el "sistema de corrupción oficial" ha inflingido a los argentinos.

Y si bien al momento de la película estaban en los gobiernos conservadores que desembocarán en los gobiernos militares de O´Farrel y Ramírez a los que continuará los de Juan Domingo Perón, el hilo conductor de la corrupción desde el estado en cualquiera de sus niveles llega hasta el día de hoy, tal vez con alguna que otra interrupción que no llega a impactar en el “sistema”.

Los vaivenes de los argentinos están muy ligados a este fenómeno de asalto al Estado con diversidad de excusas y diversidad de modalidades.

Don Ottocar Rosarios, fundador del Claridge Hotel había editado un librito del tipo de experiencias de un empresario exitoso. Uno de sus capítulos trató el caso del acercamiento de un funcionario o diputado peronista que lisa y llanamente le pedía 1 millón de pesos de la época para no expropiarle el hotel. El magnífico edificio mano del Arqto Dubourg, fue inaugurado en 1946. El libro del propietario es de años después ya depuesto Perón.

Cuando el regreso de Perón luego de 18 años de exilio, se recibieron comentarios de estancieros de la Provincia de Buenos Aires que estaban siendo sometidos a igual tipo de extorsión.

Asalto sobre los impuestos de los contribuyentes mediante la sobrefacturación de la obra pública. Extorsión a empresarios para no cambiarles la titularidad de la propiedad.“Cobro privado” de autorizaciones o habilitaciones por parte del Estado. Modificación de normas, especialmente edilicias, contra pago de coimas. Pago de “seguro de funcionamiento” para que no se clausure un comercio o industria. Todas formas de corrupción que tiene a los argentinos en vaivenes económicos y experimentos políticos basados, finalmente, en la ruina de los propios argentinos, mientras se enriquecían políticos, sindicalistas y empresarios ligados al sistema.

Si bien la película que comento se basa en una corruptela de los años 30, lo que queda en claro es que no solamente gobiernos conservadores realizaron tales maniobras. Se constituyó un modus operandi en todos los niveles del Estado y en todos los modelos de gobierno, con algunas excepciones.

De los 30 años de continuidad en la vigencia de la Constitución, no hay gobierno que no haya tenido sospechas de corrupción, llegándose, incluso, a justificarla en términos de si “se robaba para la corona o para uno mismo”. Aún en tiempos de Alfonsín se sabía de la tramitación de leyes mediante la contribución de los interesados. Sin embargo, el “cajero” murió en austeridad y prestigio: se pedía para el “partido”, la “causa” sin habérsele pegado un billete. Posteriormente, con Menem, se perfeccionó el sistema: se recaudaba tanto para “la causa” como para uno mismo lo que, finalmente, con el kirchnerismo, primero y el cristinismo después, adquirió proporciones de escándalo al punto de haber varios funcionarios, incluido el Vicepresidente de la Nación, en causas judicial de corrupción sistémica.

Claro que parte de este sistema de corrupción es la participación necesaria de jueces aún más corruptos que aquellos corruptos, que han dado y continúan dando impunidad judicial a los acusados en causas específicas.  Son parte del sistema. Atragantado hasta el día de hoy tenemos el sobreseimiento que otorgara la Juez Servini de Cubría a la cuñada de Menem, quien transportaba dos valijas llenas de dólares en Ezeiza.  El sobreseimiento sirvió para que se cerrara una causa en España donde, seguramente, hubiera enfrentado un juicio de la mayor severidad. La Juez le dio protección, impunidad a alguien cercana al poder de entonces. El paradigma del Juez del Poder hoy por hoy aparenta ser un Juez muy atildado y sobre quien convergen el grueso de las causas de corrupción oficial.

Todo el sistema judicial ha sido captado en este punto. Desde la reforma de la Constitución de 1994, el Consejo de la Magistratura ha sido un organismo que no puede terminar de contener la designación de jueces afines al sistema de corrupción y el enjuiciamiento termina siendo muy difícil cuando las acusaciones pasan por la corrupción oficial.

El crítico Calki (seudónimo de  Raimundo Calcagni) opinó sobre Héroes sin fama: "pintura pueblerina local, con algo dentro… Uno de los mejores filmes nacionales de esta temporada: por su contenido, el mejor. Demuestra que no hay necesidad de grandes despliegues y de figuras relumbrantes para hacer una buena película. "Corrupción, fraudes políticos, coimas, poder, periodismo honesto: elementos usados por Soffici con acierto, en un filme de los pocos que se atrevieron a tratarlos con sentido de síntesis y realismo. Todavía actual. Magaña mejor en la comedia que en el drama."

Hoy estamos peor que en tiempos de Héroes sin Fama: la corruptela local de uno o varios municipios, se ha instaurado como sistema abarcando todos los niveles del Estado, con protección judicial e impunidad moral. Y los argentinos lo damos como algo de “la naturaleza”, imposible de modificar.
La reciente aceptación de que estarían operando carteles del narcotráfico en nuestro país, implica la multiplicación del sistema de corrupción oficial. Todos los mecanismo creados en estos 30 años para combatir a la corrupción desde el poder, vienen fracasando sistemáticamente.

En este marco, “es la corrupción, imbécil” pero nadie le pone el cascabel al gato. ¿Qué podría decir Hermes Binner y Ricardo Alfonsín de la alianza socialista-radical que gobierna desde hace tantos años a la Provincia de Santa Fé y el descubrimiento de un Jefe de Policía implicado en el narcotráfico? Recordemos que en esa provincia hay muertos y amenazas semanales provenientes de “algo” que “surgió” de “pronto”, si nos atenemos a las declaraciones del propio Binner. ¿Y por qué está perdido? Simple: porque la gente le cree.

Tampoco nos ha importado mucho la escalada de fugas de presidios. Más que astucia y audacia de los delincuentes, las sospechas han sido la de colaboración de miembros del servicio con los delincuentes.

Y así, podés agregar áreas y hechos que pueden incluirse bajo un mismo título: corrupción oficial.

Hasta la próxima








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