REPRODUCIMOS TAL CUAL UN ARTÍCULO PUBLICADO EN INFOBAE
La falacia del pensamiento kirchnerista
Raul Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, José M. Rosa, Juan J. Hernández Arregui, Rodolfo Puigros,
Jorge Abelardo Ramos y John W. Cook han sido los pensadores al que este Gobierno más atención
a prestado a la hora de interpretar la historia de nuestro país. Todos ellos han formado parte de la
generación intelectual que se educó en el marco de un mundo quebrado por dos guerras y sumergido
en la profunda crisis del 30. Bajo la influencia de las ideologías nacientes del siglo XX, el nacionalismo
y el marxismo, abordaron desde esa cosmovisión su presente y el pasado.Como correspondía a su
tiempo fueron feroces críticos del liberalismo a quien responsabilizaron de ser un cuerpo doctrinario
al servicio de la anti-patria.
Jorge Abelardo Ramos y John W. Cook han sido los pensadores al que este Gobierno más atención
a prestado a la hora de interpretar la historia de nuestro país. Todos ellos han formado parte de la
generación intelectual que se educó en el marco de un mundo quebrado por dos guerras y sumergido
en la profunda crisis del 30. Bajo la influencia de las ideologías nacientes del siglo XX, el nacionalismo
y el marxismo, abordaron desde esa cosmovisión su presente y el pasado.Como correspondía a su
tiempo fueron feroces críticos del liberalismo a quien responsabilizaron de ser un cuerpo doctrinario
al servicio de la anti-patria.
Para todos ellos la Argentina del siglo XIX, a excepción del período que gobernó Rosas, se había
transformado, liberalismo mediante, en un país dependiente del capitalismo británico, por lo tanto
una especie de semi-colonia con veleidades europeístas de gran nación de la cual debíamos
avergonzarnos. Seguían las ideas de Lenin, que en su libro “El Imperialismo, fase superior del
capitalismo” afirmaba que esa dependencia era la razón de la pobreza de unos y la riqueza de otros.
En consecuencia, la lucha frontal contra el imperialismo auguraba un futuro de grandeza y desarrollo
industrial autónomo como también, para los de inspiración marxista, el advenimiento del socialismo,
pues al reintroducir la crisis en los países centrales, al verse privados de sus regiones de influencia,
verían disminuidas sus enormes ganancias viéndose obligados a ajustar el cinturón de su clase
obrera. De ahí al conflicto de clase y al socialismo un solo paso. Esta cosmovisión afincada en el
peronismo tradicional y la izquierda pro-peronista es la que ha profesado el kirchnerismo,
al menos hasta estos días.
transformado, liberalismo mediante, en un país dependiente del capitalismo británico, por lo tanto
una especie de semi-colonia con veleidades europeístas de gran nación de la cual debíamos
avergonzarnos. Seguían las ideas de Lenin, que en su libro “El Imperialismo, fase superior del
capitalismo” afirmaba que esa dependencia era la razón de la pobreza de unos y la riqueza de otros.
En consecuencia, la lucha frontal contra el imperialismo auguraba un futuro de grandeza y desarrollo
industrial autónomo como también, para los de inspiración marxista, el advenimiento del socialismo,
pues al reintroducir la crisis en los países centrales, al verse privados de sus regiones de influencia,
verían disminuidas sus enormes ganancias viéndose obligados a ajustar el cinturón de su clase
obrera. De ahí al conflicto de clase y al socialismo un solo paso. Esta cosmovisión afincada en el
peronismo tradicional y la izquierda pro-peronista es la que ha profesado el kirchnerismo,
al menos hasta estos días.
El 2010 fue el punto más alto y agudo del ideologismo historiográfico kirchnerista, expresado en
esta instancia por divulgadores que nada nuevo aportaron a la ciencia histórica, como Pacho
O’Donnel, Felipe Pigna o Hugo Chumbita, por citar algunos, que replicaban una visión historiográfica
gastada y perimida. La creación del Instituto Dorrego fue un claro ejemplo de lo enunciado.
Más de lo mismo. En ese año, el Gobierno, desde la Presidente hacia abajo, repitió el viejo esquema
de “liberación o dependencia”, claro que con otras palabras. Al discutir con el pasado, costumbre
habitual del kirchnerismo, la argentina del Centenario se les antojaba injusta, extranjerizante y
pro europea. Carta Abierta decía en esa oportunidad: “Un modelo de país agroexportador incapaz de
proyectarse con autonomía del Imperio Británico”. Recorrer los discursos y declaraciones de los
cuadros políticos e intelectuales del kirchnerismo es hallar ideas similares.
esta instancia por divulgadores que nada nuevo aportaron a la ciencia histórica, como Pacho
O’Donnel, Felipe Pigna o Hugo Chumbita, por citar algunos, que replicaban una visión historiográfica
gastada y perimida. La creación del Instituto Dorrego fue un claro ejemplo de lo enunciado.
Más de lo mismo. En ese año, el Gobierno, desde la Presidente hacia abajo, repitió el viejo esquema
de “liberación o dependencia”, claro que con otras palabras. Al discutir con el pasado, costumbre
habitual del kirchnerismo, la argentina del Centenario se les antojaba injusta, extranjerizante y
pro europea. Carta Abierta decía en esa oportunidad: “Un modelo de país agroexportador incapaz de
proyectarse con autonomía del Imperio Británico”. Recorrer los discursos y declaraciones de los
cuadros políticos e intelectuales del kirchnerismo es hallar ideas similares.
Ahora China
La Argentina de 1862 a 1930 creció exponencialmente vinculando su economía al mercado mundial
algo que al revisionismo kirchnerista le parece deplorable. La crisis del 30 rompió el hechizo y debimos encerrarnos en nuestro mercado interno, sustituyendo importaciones, alejándonos lentamente del
mercado mundial dejando de ser el mundo el engranaje central de nuestra economía. A esta realidad
no buscada había que encontrarle un relato, esto es, un cuerpo de doctrina que diera sentido a la
novedad y esta arquitectura cultural fue el nacionalismo con colores y sonidos marxitoides. En ese
iempo de desconexión los pensadores citados construyeron la idea que la autarquía era el camino a
la grandeza. Algo salió mal. La industria no trepó a los niveles competitivos internacionales y la
“oligarquía ganadera” continuó siendo el sector competitivo por excelencia. Lo cierto que el ciclo
sustitutivo ha culminado como lo pone en evidencia nuestra industria automotriz, la de Tierra del
Fuego y cientos de pymes que dependen de insumos de un mundo interconectado.
La Argentina de 1862 a 1930 creció exponencialmente vinculando su economía al mercado mundial
algo que al revisionismo kirchnerista le parece deplorable. La crisis del 30 rompió el hechizo y debimos encerrarnos en nuestro mercado interno, sustituyendo importaciones, alejándonos lentamente del
mercado mundial dejando de ser el mundo el engranaje central de nuestra economía. A esta realidad
no buscada había que encontrarle un relato, esto es, un cuerpo de doctrina que diera sentido a la
novedad y esta arquitectura cultural fue el nacionalismo con colores y sonidos marxitoides. En ese
iempo de desconexión los pensadores citados construyeron la idea que la autarquía era el camino a
la grandeza. Algo salió mal. La industria no trepó a los niveles competitivos internacionales y la
“oligarquía ganadera” continuó siendo el sector competitivo por excelencia. Lo cierto que el ciclo
sustitutivo ha culminado como lo pone en evidencia nuestra industria automotriz, la de Tierra del
Fuego y cientos de pymes que dependen de insumos de un mundo interconectado.
De pronto aparece China y se dispone a ocupar el rol que ciento cincuenta años antes cumplió
Inglaterra y ¿qué hace el kirchnerismo? ¡Lo que hay que hacer! Acuerdos con ellos. Pero claro,
¿cómo los realiza? De manera vergonzante, ocultando, escondiendo, con tapujos. ¡Rehacer un
discurso aprendido de memoria no se hace de un día para el otro! Resultado: para la mediocridad
intelectual del kirchnerismo el imperialismo solo es norteamericano, los chinos son
humanistas, solidarios, portadores de una cultura amigable con los valores humanos.
En fin… comunistas.
Inglaterra y ¿qué hace el kirchnerismo? ¡Lo que hay que hacer! Acuerdos con ellos. Pero claro,
¿cómo los realiza? De manera vergonzante, ocultando, escondiendo, con tapujos. ¡Rehacer un
discurso aprendido de memoria no se hace de un día para el otro! Resultado: para la mediocridad
intelectual del kirchnerismo el imperialismo solo es norteamericano, los chinos son
humanistas, solidarios, portadores de una cultura amigable con los valores humanos.
En fin… comunistas.
Scalabrini Ortiz, ídolo del kirchnerismo, denunciaba la entrega de tierras al capitalismo británico para
la construcción del ferrocarril Rosario- Córdoba, tanto como la importación de insumos con
preferencia aduanera y otras preciosuras. Esta mirada contribuyó en la política a aquella famosa
consigna”Patria sí, Colonia no”, que la Cámpora enarbola con un vigor rayano en el paroxismo.
¿Luego de los acuerdos con China, que ni la maldita oligarquía se animó con Gran Bretaña,
seguirán los sones patrióticos. No hay nada más peligroso que los conversos puestos a gobernar.
la construcción del ferrocarril Rosario- Córdoba, tanto como la importación de insumos con
preferencia aduanera y otras preciosuras. Esta mirada contribuyó en la política a aquella famosa
consigna”Patria sí, Colonia no”, que la Cámpora enarbola con un vigor rayano en el paroxismo.
¿Luego de los acuerdos con China, que ni la maldita oligarquía se animó con Gran Bretaña,
seguirán los sones patrióticos. No hay nada más peligroso que los conversos puestos a gobernar.
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