BALOTAGE PORTEÑO

Cómo compró el PRO que ganaba por afano, no lo sabemos. Pero una simple cuenta matemática de una oposición porteña en cabeza del Frente para la Victoria y de la izquierda, arrojaba la posibilidad de un triunfo ajustado, un empate y hasta la posibilidad de perder la elección si algún punto de votantes del PRO se tomaba vacaciones y no votaba.

Aquella fantasía impidió un correcto anuncio del triunfo: fue el PRO  contra todos en la Ciudad de Buenos Aires. Y disciplinadamente esa oposición concurrió a votar. Y el PRO recibió unos puntos más que permitieron la diferencia.

Asimismo, ¿cómo no decirle a Lousteau que esos votos por encima de los que obtuvo en la primera vuelta no son suyos ni lo serán en el futuro? Todo el mundo merece su cuarto de hora y Lousteau los tuvo anoche, aunque la realidad siempre vuelve por alguna rendija.

Ganó, una vez más, un oficialismo, en este caso el PRO quien lleva dos períodos gobernando. Logró un tercer mandato. Solamente Mendoza votó en contra de un oficialismo de anclaje kirchnerista.

Se dio, otra vez más, que el segundo es un moderado y es una fuerza no tradicional. Aunque creemos que esto es un cuestión más circunstancial que de fondo.

De cara a la presidencial, queda claro que juntar a toda la oposición contra un candidato oficialista puede no alcanzar. Es decir, si querés cambiar, tenés que militar debatiendo, conociendo las propuestas de a quién proponés y ofreciéndote como fiscal de mesa. Activismo es lo que debés hacer. 

Hasta la próxima

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