EN EL AMBIENTE HAY UN NO SE QUÉ


Hay esa sensación de que algo está por ocurrir. Algo, que impactará en la economía en lo institucional y lo electoral. Ese no sé qué de algo en ebullición

Este mes de marzo, cumplimos un año de la desestabilización cambiaria del 2018, la misma que frenó los augures del Gobierno de Cambiemos. Y cumplimos el año con similares turbulencias, las que se responden con herramientas con resultados inciertos. 


Esta nueva turbulencia se da al inicio del proceso electoral y no es buena noticia para un Gobierno que no atinó a llevar adelante la necesaria transformación del Estado argentino, en sus tres niveles: estamos ante los síntomas de lo no hecho y de lo que parece ya imposible hacer dado el proceso electoral de este año.

Recordemos que la coalición Cambiemos es un conglomerado de radicales, desarrollistas y peronistas, todos políticos originarios de partidos ideológicos, es decir, con ideas concretas sobre los aspectos económicos, políticos y sociales del país. El Pro amalgama este agrupamiento, siendo un partido sin ideología visible, con principios anclados en la transparencia, la gestión y la eficiencia. 

Nada de lo que hoy vive el Gobierno de Cambiemos es casual o de aparición súbita. Es la consecuencia de haber aplicado las recetas del conglomerado partidario a la crisis heredada. A ésta, Cambiemos respondió en el marco que une a esas tres corrientes nacionales: estatismo, asistencialismo, obra pública a cargo del Estado y fiscalismo. Incrementó un altísimo endeudamiento que ya tenía el país, incrementando el déficit del Estado y aumentando la participación del Estado en la actividad económica nacional. 

De acuerdo al discurso del Presidente ante la Asamblea Legislativa, Cambiemos creó 700 mil empleos, por ejemplo. No aclaró que la actividad privada había creado algo menos de 200 mil. Con lo que el Estado (en sus 3 niveles) habría aumentado en 500 mil personas sus plantas de personal. Los logros en materia económica y social enumerados por Macri en ese discurso, están en línea con más estado, más asistencialismo y más obra pública, sin enunciar el correlato de más gasto y más deuda. 

Todo esto está en el marco ideológico de la coalición, en el que, tal vez, Macri esté pensando cómo pudo haberse embarcado en el mismo cuando en la campaña del 2015 tenía más o menos claro cuáles eran los problemas a enfrentar. 

Hicieron más de lo mismo, con transparencia y honestidad, aplicado a un cuadro acuciante heredado del cristinismo, resultando en esta crisis que cumple en este mes de marzo un año yendo y viniendo.  

El mareo que el Presidente debe tener, seguramente es mayúsculo. ¡Claro que no vino para esto! Anunció que la inflación baja el día anterior a que se diera el índice de enero que subía y, luego, se pronostica aún peor para febrero y siguientes meses. ¿Quién puede pensar que es esto lo que quería? 

En la trampa en la que, finalmente, se metió Macri y su Gobierno, y no habiendo resuelto la crisis de confianza que comenzara en marzo de 2018, con la que luchara prácticamente todo ese año y  a pesar de las bombas de humo plantadas por el oficialismo como el aborto, la ideología de género, favorecido por otras noticias como cuadernos y juicios diversos, el Presidente se empecina en su reelección forzando la participación de Cristina Fernández como casi única chance de ser reelecto por el espanto antes que por la gestión. 

Dado que al Gobierno no le salen bien las cosas, debemos apurarnos a encender una alerta naranja: que el pronóstico les falle y termine ganando Cristina Fernández. He aquí la paradoja de Cambiemos con la candidatura de Macri: por evitar a la señora, se la termine empujando y sentando en el sillón de Rivadavia. 

Comenzó marzo y el Presidente dio un discurso de apertura de las sesiones del Congreso, a lo macho, diciendo aquí estoy, toreando a la oposición y expresándose con contundencia desconocida. Comenzó la campaña mientras la loba no está, titulamos desde Noticias de Fondo. 

La oposición tal vez tarde un par de meses en encontrar un camino de determinación de candidatos. No hay apuro hoy en esto: por ahora, la campaña se las hace el Gobierno enredado en los problemas económicos.

Mientras Macri está solo sin tener a quien pegarle para salir de todas las luces que lo apuntan con exclusividad,  se instala nuevamente el dólar, las tasas, la bolsa, el desempleo, la caída de los ingresos, las suspensiones. Macri enfrenta la incertidumbre de los agentes económicos locales y externos quienes toman decisiones que terminan afectando a la economía local, en un círculo vicioso que puede escalar antes que ceder. La reacción del Gobierno -hasta ahora- ha sido en el modelo del clasisismo radical-desarrollista-peronista: anuncios de miles de millones de pesos a las Pymes y a la AUH, comprometiendo el déficit cero comprometido (redundancia a propósito), como así también la credibilidad en quienes conducen la crisis y en él mismo. 

Así entramos al proceso electoral y nos preguntamos, ¿ante las puertas de qué estamos? ¿Estamos ante el pico de la crisis impuesta por la mayor tributación y la desconfianza y en un tiempo corto nos enderezamos? Sería la buena noticia. 

¿Es la dinámica de los problemas irresueltos, sumada a la convicción de que de este Gobierno no se ha de esperar nada más, es decir, una crisis de confianza? ¿Se cruza la hipótesis de que Cristina Fernández podría ganar la re-reelección? Pareciera que estamos ante una situación multifactorial, de confluencia de diversidad de arroyos que han creado un río aún revuelto, cuya velocidad y contenido no podemos vislumbrar hoy. 

Un tema, no menor, se ocultó entre las noticias diarias: ¿La crisis se agravó cuando la AFIP anunció una mayor tasa por la morosidad y mayor control de impagos, retirando del mercado una financiación posible? La Vidal, en estos días, anunció que ARBA no avanzaría en juicios por morosidad. Para considerar. 

Por su parte, el Gobierno se ilumina ante el incremento de los despachos del cemento: ¿tocamos fondo? 

En fin. Hay “sensación” de que algo, está por pasar. 
Imagino que si no se controla esta nueva corrida, si los índices de inflación no van a la baja más pronto que tarde, la tasa siga siendo imposible bajarla, corridas y aumentos de precio …. ¿estamos ante una espiral que empieza a tomar velocidad? ¿Tendremos indicadores básicos (inflación, valor del peso) en tres dígitos, como pronostica Marcelo Trovato? 

Deseamos que no, sin embargo, números aún altísimos de dos dígitos, nos complican por todos lados. Los tres dígitos obrarían como un fin de juego para Cambiemos mismo. Sería una historia ya vivida. Tampoco da para adelantar la elección como señala Trovato. No parece posible ya que el calendario electoral está fijado y tiene sus tiempos imposibles de modificar. Tal vez, haya querido decir que se podría anticipar la entrega del mando. Chi lo sa. 

¿Cómo quedará la candidatura de Mauricio Macri en una situación de continua turbulencia cambiaria y económica, de la economía real, de bolsillos exhaustos y empresas y comercios tambaleantes, de creciente movilización callejera? Honestamente pienso que precariamente y hasta imposible de insistir con la reelección del Presidente. Deberá ceder la candidatura a María Eugenia Vidal. Este enroque, condicionará a los otros partidos en la definición de sus candidaturas. Claro está que el tiempo en que se decida esta maniobra tendrá impacto positivo o no. Como el despegue de un avión, a V1 podrá llevarse a cabo; a V2 solo cabe estrellarse o tener mucha suerte. ¿Cuál es el recorrido en V1? El despegue puede ser para personas muy templadas, ya que podría ocurrir finalizando la pista en un precipio.  O  pilotos muy cegados. 

Conclusión o resumiendo las dudas: ¿estamos en un pico, tocamos fondo y todo se normalizará permitiendo una campaña razonable para el Presidente? 

¿Estamos en un ciclo de creciente malestar económico que se potenciará en peores indicadores semana a semana, comprometiendo la goberna-bilidad del país, la estabilidad del Presidente y, también, su candidatura? 

¿Hay capacidad en el entorno presidencial para advertir a tiempo cuál es la corriente sobre la cual hacer rafting sin ahogarnos? 

Preguntas que el tiempo develará, esperando que sea en el sentido más benigno posible. Y si ocurre lo peor, tal vez sirva para que alguien se anime a hacer lo que toda una casta política no encara salvo por explosión del país, sumiéndonos en ser una nación en permanente carreteo de despegue, sin lograrlo nunca. O como el perro, tratando de morderse la cola hasta que, logrado, verificamos que duele. O enredados en las palabras, grandilocuentes, bellísimas, cargadas de sentimentalismo que nos impiden tomar decisiones y sostenerlas. En fin. Fin. 

Hasta la próxima. 

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