TRUMP versus BIDEN o CIVILIZACIÓN versus OSCURANTISMO (o barbarie)

 Introducción

«Se tuvieron que tomar estos pasos (Orden Ejecutiva del Presidente Trump), porque algunos demócratas en el Senado prometieron bloquear la legislación que exige atención médica básica para los niños que sobreviven a un aborto, una visión extremista compartida por la candidata a la vicepresidencia Kamala Harris». (Lucha por la Vida en Estados Unidos, Infocatólica, 26/9/2020). Diría yo que la posición de la candidata a Vice es la del candidato a Presi, también, como lo fue de la anterior candidata demócrata, Hillary Clinton.

¿Cuál es el debate?

“Su proyecto de ley (del senador Ben Sasse, republicano por Nebraska,  copatrocinador principal de la Ley de Protección de Sobrevivientes del Aborto Nacidos Vivos) protegería a los recién nacidos que sobreviven a los abortos al requerir la atención adecuada y la admisión en un hospital. El 23 de febrero, una votación del Senado para promover el proyecto de ley fracasó. (Infocatólica, ídem anterior).

Infanticidio

«El hecho de que los demócratas en la Cámara y el Senado hayan bloqueado los esfuerzos para brindar protección legal a los bebés nacidos durante abortos fallidos debería horrorizar a todos los estadounidenses», dijo (Kristan Hawkins, presidente de Students for Life Action), y agregó que «uno de los temas latentes de este ciclo electoral es el infanticidio, que está permitido bajo nuestras leyes actuales». (Infocatólica, ídem anterior).

Efectivamente, lo que está en juego es llevar la muerte más allá de las “células intrauterinas”. Ahora, el debate está centrado en qué ocurre si algún niño elude la maquinaria de muerte en el seno de la madre y “asoma” a este mundo. El personal sanitario debe dejarlo morir o, lo que se busca, es que igualmente deba ser muerto a pesar de haber asomado. Y esto, es la antesala del infanticidio, cuyo teórico contemporáneo doctor Peter Singer, “…. sugirió que, en teoría, la vida de un bebé podría ser menos digna de protección que la de un adulto, porque su conciencia está menos desarrollada, …” (Wikipedia)

Este filósofo australiano determinó que “….mientras el feto es a todas luces un miembro de la especie humana, no es una persona, definida como un ser consciente de sí mismo que se reconoce en el tiempo. Mientras la pertenencia a la especie humana no es relevante, sí que lo es la condición de persona” (Wikipedia) Se trata, como en el resto de los temas de esta doctrina integral e integrada, del método de crear nuevos conceptos que separan lo natural de lo cultural y arrogándonos el absoluto que todo es un constructo socio-cultural donde lo natural se reserva a la alimentación y poco más.

Hillary Clinton promovió en su fallida campaña electoral de hace cuatro años esta teoría y, ahora, la impulsan la dupla Biden-Harris y lo hacen con fuerza. Mientras, el presidente Trump expresa posicionamientos pro vida con gestos como el que transcribo al inicio de este post: una orden ejecutiva para salvaguardar los derechos a la vida y la asistencia del niño que, eludiendo al médico actuante, asoma parte de su cuerpo y, entonces, salve su vida y deba ser atendido por el personal sanitario como un paciente como cualquiera, con todos sus derechos. Es una dramática versión del juego infantil “pido gancho” que daba, a quien lo expresaba, la suspensión de los efectos y acciones relacionados con el juego que se estuviera participando. En nuestro caso, el juego de la propia vida de parte de una criatura burlando a una cantidad de adultos provistos de aparatología y entrenamiento para lograr su muerte.

Así las cosas, de período electoral en período electoral, se va debatiendo en Occidente la capacidad de muerte por parte de los humanos sobre otros humanos, según criterios “bondadosos”, afectando al niño por nacer; al niño recién nacido, pero aún sin conciencia de sí (nuevo parámetro para determinar si es “persona” y, consiguientemente, sujeto de derechos, entre ellos, el de la vida).

También, avanzan los estados en "sus derechos a la muerte", en la forma de la muerte asistida de ancianos o muerte  inducida  “para no ser una carga” para los suyos ni para el sistema sanitario universal. También alcanza a personas con diferentes condiciones y  patologías físicas y psíquicas a los que los propios estados proveerán de “alivio” a sus males crónicos, no ya atendiéndolos y morigerando sus padecimientos, sino lisa y llanamente, matándolos, con mayor o menor apariencia de cumplimiento de la voluntad individual de “alguien”, como  la propia persona, los familiares y hasta el propio sistema sanitario, haciéndolo mandatorio para casos que signifiquen un gasto grande para el sistema sin que, por ello, haya mejoras que esperar.

¿Es todo esto un debate civilizado?

En Occidente se produjeron a lo largo de algunos siglos hechos políticos y sociales que pusieron a las naciones a la cabeza de transformaciones conceptuales monumentales, bajo la forma de “derechos”, que fueron derramando a todo el planeta. Hoy, conceptos como constituciones, repúblicas, democracia, son el parámetro bajo el cual se analiza el mapa político mundial y, la mayor o menor adaptación a un modelo ideal y determina la evolución de tal o cual nación. 

Lo mismo con la participación de las mujeres en la vida social y política de las naciones,. Baste refrescar las fotos del líder palestino Yasser Arafat y la Secretaria de Estado yankee, Madeleine Albright en sus tantos encuentros para encontrar acuerdos de pacificación que, finalmente, se lograron. Uno, representaba a una sociedad considerada “machista” y, la otra, a una nación de avanzada.

Otros componentes de aquellos avances, fueron los resguardos de la vida humana, la restricción de los estados frente a los individuos en diversidad de situaciones y decisiones, que determinaron el fin de prácticas de monarcas y dictadores sobre los derechos de la vida y la muerte de sus súbditos y las libertades de pensamiento, opinión y expresión y las derivadas de ellas.

Hoy, Occidente da una vuelta de rosca y encara masivos experimentos sociales que se tratan de instalar en todo el mundo. Son las políticas de control de la natalidad y reducción de la población mundial mediante la promoción del aborto, ahora el infanticidio, la eliminación “humanitaria” de cuanta persona sea una carga para el Estado (sistema de salud o jubilatorio) y de aquellos que por sus deformaciones o condiciones humanas diferentes, requieren de gravosas ayudas económicas. Así, entonces, reducir la población mundial y “mejorar la calidad utilitaria” de los que sobreviven a semejantes criterios, son políticas de los estados y organismos diversos. 

El debate electoral yankee, entonces, se inscribe entre la “vida y la muerte” autorizada por el Estado, otorgando éste derechos a los individuos (aborto, infanticidio, suicidio asistido) y al propio Estado, en la forma de eutanasia ante la inutilidad de los tratamientos, determinado por criterio médico y procedimiento administrativo.

 El hecho que se trate un tema por vez, no debe confundirnos del todo que se busca imponer.

Y la pregunta es, entonces, si lo civilizado en el pasado y que amplió las fronteras de todo tipo de la humanidad y fue plasmado en la Carta de Derechos Humanos de Naciones Unidas a la que hoy se la mantiene con el truco de distinguir entre “persona” y “ser humano”, bajo el principio de “naturaleza o cultura”: lo que era un logro de la civilización entonces –repito- ahora es retrógrado mientras lo civilizado, es lo contrario a lo que era. ¿Hemos entrado a una era luminosa o de oscuridad de la humanidad? ¿Serán las naciones occidentales las que se sostengan los próximos 200 años o decaerán bajo el peso de esta doctrina?

Lamentablemente, el sistema hace que cada cuatro años y bajo otras consideraciones más acuciantes para los ciudadanos de las naciones con alternancia presidencial, el tema es revisado una y otra vez y, cuando gobierna el otro, se avanza hacia el sistema de reducción poblacional, “extendiendo derechos” con toda suerte de “herramientas” para ello: aborto, eutanasia voluntaria o inducida, suicidio asistido, transgenerización de púberes, incentivación de relaciones sexuales inocuas desde la perspectiva reproductiva y el círculo vicioso si fallan los mecanismos sexuales  anti reproductivos: el aborto y, próximamente, el infanticidio. Con la imposición de censura penal sobre quienes tienen otra perspectiva de las cosas, buscando eliminar una natural resistencia a semejantes políticas.

Esta cultura ha ganado militancia, organización, financiamiento y capacidad para instalar en las sociedades a través de la educación y los medios, imponiendo a los políticos y los congresos, sus postulados, debatiéndose cada vez en más países y logrando escasas y temporales resistencias. Las naciones que han establecido estas políticas en diversidad de leyes y, a través de los organismos que influencian, presionan a otras naciones a la implementación disciplinada de tales políticas.

 Debatimos estos temas que empoderan a los individuos, a decidir la vida y la muerte de otras personas, con permiso del Estado y el Estado mismo se arroga la decisión de vida y de muerte de los ciudadanos según “criterios de la salud pública” preestablecidos. De la misma manera, la persona define por sí misma qué es ella, lo que abarca tanto a su sexo (género) como a si se autopercibe como un animal, una cosa o lo nada misma, donde el Estado extiende los documentos pertinentes, obligando dar trato según como pretenda la persona. Y esto no es que se tolere en el nivel de casos que pudiera darse, sino que es promovido activamente por los propios estados, sustrayendo de la sociedad civil su derecho a la educación de sus hijos  y de las libertades de pensamiento, opinión y expresión. Todo esto, el marxismo plasmado en las naciones como Rusia, China y otras, era moneda corriente que distinguía entre una sociedad libre y otra totalitaria. A pesar de la caída del muro de Berlín, parece que las “ideas no se matan” y avanzan como expresión de civilización en las naciones que lucharon por evitar lo que se consideraba un oscurantismo ideológico y retroceso de la humanidad.

Las consecuencias de esto van más allá de la vida o la muerte de las personas (incluidos los niños por nacer) , ya que como esta política que se debate de a un componente por vez,  pero que constituye un sistema integral e integrado, se desapodera a las familias de la educación de sus hijos (ya dicho) como así también, se imponen crecientes grados de censura bajo criterios de “discriminación”, “delitos de odio”, subordinando a la población, a las religiones, a los partidos políticos, a las universidades y a la enseñanza. Se trata del dominio hegemónico de aquel sistema, constituyéndose en un absoluto legal de uniformización social bajo un Estado que encuentra nuevas formas de extender su dominio sobre las personas. Es una paradoja: el Estado confiere al individuo capacidades sobre sí mismo y la subordinación social a sus gustos y deseos (no es posible llamarlos caprichos) y, a la vez, el Estado se apodera de los derechos de la diversidad social expresada en censuras de todo tipo al pensamiento y la práctica diversa. Así, el Estado puede cesar la patria potestad a un matrimonio por cultivar entre su prole “demasiado cristianismo”, en uno de los tantos ejemplos que se pueden dar en cualquiera de los capítulos de esta política integral e integrada. En otra situación, se autoriza a intervenir el crecimiento de los niños con invasión de fármacos en aras de esta doctrina experimental, en tanto sea para satisfacer la promoción de la transexualidad, conveniente para la reducción humana planetaria, mas se escandaliza cuando se los medicamenta por otras causas. Ni hablar, por cierto, de las familias numerosas, donde ya hay naciones que retiran cualquier apoyo que el Estado otorgue por tener hijos, política inaugurada drásticamente en 1979 por el gobierno chino de entonces, creo que a cargo de Deng Xiaoping de la política del hijo único por pareja. Este antecedente hoy es operativo en Occidente a través de los diversos “avances” del aborto y, en breve, del infanticidio.

Concluyendo

Finalizando (que ya salió bastante largo), el debate en esta campaña electoral yankee no es sobre el infanticidio, sino sobre la imposición de una doctrina con basamento filosófico, militancia activa y financiamiento pródigo, integral e integrada de experimentación social para la reducción humana del planeta Tierra, bajo todo tipo de artilugios posibles y empoderar a los Estados en la regulación de la natalidad, por un lado, y de la mortalidad inducida, por otro.

 En la elección yankee, el “progreso” en estos términos lo representan Biden-Kamala Harris y lo “retrógrado”, Trump. Esto lo digo en tono irónico, ya que considero que lo que hoy identificamos como “progreso” no es más que una época oscura que se cierne sobre la humanidad la que parece desfilar hacia la oscuridad con cantos y alegrías, como soldados a la guerra en que morirán.

Termino (en dos tiempos, como verás): en esta larga etapa de oscurantismo humano en el que nos metimos, el cristiano la tendrá difícil, pero será –en minoría y orpimido- el germen de la recuperación futura del humanismo logrado alguna vez y del que vamos tomando rápida distancia: “Con la aparición del Cristianismo, que veló de una manera especial y con todo celo por el bienestar de los recién nacidos, se consiguió moderar en parte, por lo menos, el carácter sanguinario y las crueles costumbres de los ya citados pueblos (Esparta, Roma, China y otros) , los que comenzaron a preocuparse de la vida de estas inocentes criaturas” (El Infanticidio desde el punto de vista legal y médico, Jorge Ceardi Ferrer, Talleres Gráficos Proteo, Valparaiso, 1926).

 


Comentarios

  1. https://www.youtube.com/watch?v=t4aOPGllP4w
    ENTENDIENDO EL TRUCO DE LOS FONDOS RETIRADOS DE LA OMS Y DADOS A GAVI

    Liliana Robeson

    ResponderEliminar

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