AUTOGOLPE
En Argentina hay un golpe de estado en proceso y lo lleva adelante el Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional sobre el Poder Judicial. Pero esto es, simplemente, un primer paso del autogolpe para modificar la situación por la que Cristina no puede ser reelecta.
 El núcleo Montonero en el poder ha decidido embestir contra la institucionalidad existente y, al estilo de Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela,  busca generar una confusión a la que impondrá una solución no constitucional, derogando en la práctica a la Constitución Nacional.
El modelo se ha ensayado en los países que comentamos. Correa, Presidente de Ecuador, no podía modificar la constitución por la vía que ella lo indicaba por la oposición en el Congreso. En resumen, el Tribunal Supremo afín a Correa, convalidó la separación de 57 legisladores opositores, se reformó la constitución y se la “blanqueó” con un referéndum ampliamente votado.
El presidente Daniel Ortega logró que el Tribunal Supremo -afín al gobierno nicaragüense- interpretara que podía ser reelecto a pesar de que la constitución lo impedía. Finalmente, se presentó y ganó la elección.
Por su parte, Evo Morales quería una constitución fundacional aunque la constitución por la que fue electo no lo permitía. Empujó a la constituyente a declararse fundacional, logrando una nueva constitución.
El caso venezolano también es un ejemplo. Chávez no estaba en condiciones de asumir su nuevo mandato y un acuerdo entre “socios” del Tribunal Supremo y la Asamblea Nacional permitió que asumiera el señor Maduro cuando correspondía que lo hiciera el Presidente de la Asamblea. Posteriormente, el manejo de las elecciones por parte de la estructura militante del chavismo, arrojó un resultado electoral cuestionado por la oposición.
El mensaje, estimados lectores de NdF, es que es posible cambiar la institucionalidad a pesar de la constitución vigente. Hay que tener desparpajo, los votos y la fuerza de choque necesaria, en la que es clave que el Tribunal Supremo esté alineado con el líder del movimiento, es decir, la justicia lejos de independencia alguna del poder.
El Secretario General de la OEA, Insulza, ha convalidado todas y cada una de estas acciones. Insulza no hace análisis de constitucionalidad desde su puesto sino que aplica la doctrina de facto: ocurridos los hechos, las soluciones que provee el sistema político son suficientes. Claro que tampoco analiza si el sistema es un combo entre socios o tiene un funcionamiento correcto. Lo que sí analiza Insulza es si en el conflicto está un gobernante de izquierda o uno de derecha. Si es este último caso, directamente actúa suspendiendo al país (Honduras) o llamando la atención (Paraguay).
Pero volvamos a nuestro país. El primer paso del autogolpe se ha dado: se declaró la necesidad de “democratizar” (someter) al Poder Judicial y se tramita el dictado de leyes absolutamente inconstitucionales pero que servirán para crear el estado de caos, de confusión necesario para que el Poder Ejecutivo actúe en el sentido que desea: no podía echar a la Corte nombrada por Néstor ni aumentar el número de miembros de la misma por iguales motivos y, directamente, avanzó en una ingeniería que hará del Poder Ejecutivo el tributario de todo el poder.
Por un lado, restringe las medidas cautelares, con lo que puede avanzar con las reformas hasta tanto alguien declare la inconstitucionalidad de la medida. Lo que logren, quedará activamente al aguardo del final.
Crean una tercera instancia de apelación, de tal manera que a la Corte llegue lo menos. Finalmente, se reserva el Poder Ejecutivo el nombramiento de los jueces en todas sus instancias como así también, se asegura la remoción de los mismos en forma fácil.
¿Cuánto tiempo pasará hasta que el Poder Judicial declare la inconstitucionalidad de la no reelección, por ejemplo? Menos tiempo habrá para la toma del Grupo Clarín. Y hasta es imaginable la intervención de provincias y de empresas como el Grupo Techint. Ni decir de la cantidad de leyes inconstitucionales que podrán recibir aval de la propia Justicia así asaltada. Y si el señor Moreno hoy aprieta a empresarios y los obliga a no publicar publicidad en medios opositores, ¿qué más podremos esperar del gobierno en materia de oposición?
Los argentinos asistimos impávidos al autogolpe montonero. Una buena porción de nuestra población entiende que nada cambiará en sus vidas por estos cambios. Su relación con las libertades, los derechos y garantías es laxa o, al menos, irreconocible.
Otra porción, numerosa, se desgarra las vestiduras pero es cansina a la hora de la defensa de sus valores: puede generar una masiva manifestación, pero no me llamés todas las semanas, ¿viste?
Otra porción está en la oposición, dentro de la cual, están los propios partidos que ayudaron al kirchnerismo a crear su poder y lograr la situación que hoy comentamos.  Son el radicalismo, el socialismo de Binner, Pino Solanas y Claudio Lozano y los diputados y senadores de Scioli y de Massa. En fin, votaron casi todo lo que le dio aire a Cristina y que hoy no encuentran cómo desinflar lo que convalidaron una y otra vez.
Esta oposición no sabe qué hacer. Por de pronto, se distrae en cosas como que con Macri ni la hora, o la represión en el Borda, o si competirán por los mismos electores: se les cae la República que les dio vida pero no atinan a mostrarse todos juntos con el solo propósito de defender la institucionalidad. Y finalmente, socialistas y radicales de izquierda, ¿hasta dónde están en desacuerdo con el cristinismo? Creemos que se diferencian en cuestiones de forma antes que de fondo.
Mala situación para nuestro país. Pésima diríamos por la falta de esperanzas en la reversión de la situación. Y es por esto que desde hace días te preguntamos en cada ocasión: vos, ¿qué harás?


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