DE CIUDADANOS A SÚBDITOS
Las personas por muchos siglos y en diversidad de culturas y sistemas políticos, cumplieron el rol de súbditos, es decir, de servidores de un señor o un estado.  Las monarquías ya absolutas convirtieron al súbdito en su máxima expresión: quien no servía al rey, era un traidor. Pero las naciones en su formación y desarrollo bajo el nacionalismo también tomó la figura del súbdito. Las naciones nacientes y posteriormente la evolución del republicanismo y la democracia, crearon el rol del ciudadano, personas con tantos derechos como el gobernante. La sujeción al Estado se hacía por el cumplimiento de la ley en un ambiente de protección de los derechos humanos e individuales.
De pronto, en Argentina nos están descendiendo de ciudadanos a súbditos. La melange ideológica del Gobierno nacional (nacionalismo, populismo, izquierdismo) está llevando a la República Argentina a convertirse en una Nación en la que el Estado expresa la síntesis de la comunidad argentina, la que no se subordina a individuo alguno.
Las naciones socialistas que derraparan en 1989 expresaban también este modelo: el Partido y el Estado representaban a los buenos en la lucha de clases y cualquier persona con criterio diferente era, simplemente, una persona alterada en su salud mental y enviado a un psiquiátrico hasta su sanación o, nunca.
Pero el concepto es el mismo: el individuo se debe a la comunidad, la que es expresada por el Estado y, por ende, por quienes conducen el estado. Es la situación del súbdito y su derecho a votar no lo convierte en un ciudadano, ya que el sistema termina siendo cerrado, de partido único, y absoluto al no poder intentar nada distinto.
Esto es lo que escuchamos de varias diputadas y diputados anoche, que se declararon populistas: el campo popular representado por la compañera Cristina deben hacerse de todo el poder y ser puesto a disposición de la líder para enfrentar a las corporaciones y las fuerzas del mal: es el principio del fin de la ciudadanía para volver al estadio del súbdito, del sí señor (o señora en nuestro caso).
¿Qué ocurrirá? Apostamos a la inconstitucionalidad del nuevo sistema. Sin embargo, es inconstitucional una ley cuando un juez dice que esa norma es inconstitucional. ¿Comenzarán los jueces a mostrar, como la Gils Carbó, su adhesión incondicional a la Presidente? ¿Estará acompañada la Corte del resto de los tribunales para una declaración de inconstitucionalidad de estas leyes? ¿Acompañará la ciudadanía que se niega a ser “subditodizado”? O, por el contrario, ¿le resultará más cómodo esto último? Porque eso de salir a cacerolear casi todos los días, como con la 125 se la bancó el campo en las rutas muchas semanas, es algo agotador. O como tanto protestero que hasta que no le dan bola no se va. ¿Podrá la clase media tan declamativa y excitada por los cambios pelear a brazo partido acompañando a los abogados, a la oposición y a la Corte Suprema?
Esperemos que sí. Pero el miércoles pasó gente sin establecerse y finalmente, los concurrentes escasos lograron hacer catarsis con el televisor gigante fuera del Congreso insultando y aplaudiendo. Eso sí, la hamburguesa finita con cebolla salteada en la plancha con la grasa de la hambur…estuvo deliciosa…nos hubiera gustado compartirla con tanta más gente, pero….


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