La
inflación, ¿para cuándo?
Luego de la exitosa salida del cepo,
el Presidente Macri ha anunciado la extensión de la Asignación Universal por
Hijo, ha comprometido dinero para la Provincia de Buenos Aires y, también,
para las provincias inundadas en las que el gobierno nacional se haría cargo
de la mayor parte de las obras de solución y de reparación. Además, se avisó
que cesarían los subsidios a las energías domésticas y se aumentó la tasa de
interés.
No vemos hasta aquí medidas anti
inflacionarias y nos preguntamos si esto estará en la urgencia del Gobierno.
Lo siguiente, es una hipótesis al respecto.
El Gobierno ha optado en el tema
inflación por el gradualismo económico, es decir, tomar medidas para ir bajándola
de a poco.
Evitar el tratamiento de shock es la
consigna ya que es impopular y rige aquello de que nadie sale de la droga de
un día para el otro. El shock viene a ser un dolor intenso hoy, aquí y ahora.
El gradualismo es un tratamiento en dosis, homeopático. El shock es cirugía.
De todas formas, la devaluación ha sido una medida de shock, pero casi todos
convienen en que el gradualismo devalutario no sirve, al menos en nuestro
país y en circunstancias como en las que estamos. La tablita de Martínez de
Hoz sería gradualismo y la Convertibilidad de Cavallo, shock.
Dentro del gradualismo, entonces, la
emisión monetaria continúa y continuará. Se anunció que en diciembre fue de 100 mil
millones de pesos, los que se suman a la mega emisión cristinista de los once
meses anteriores. La emisión se utiliza para cubrir el exceso de gasto del
Estado y la llamaremos emisión espúrea. ¿Qué sería cubrir los gastos del Estado sin
emisión? Reducir el gasto, es decir ajustar e incrementar los ingresos. No
pudiendo hacer ambas cosas a la par, la emisión cubre, hasta dónde se pueda,
el sobregasto.
En el gradualismo, la emisión
continuará, aunque debemos suponer que se va reduciendo a medida que el
Gobierno ordena sus cuentas, transfiere gastos propios a privados, desarma
los múltiples drenajes corruptos de dinero y equilibra ingresos y egresos.
Si este fuera el caso, ¿habrá un día
un compromiso público con metas decrecientes de emisión en un tiempo
específico?
Recordemos que una alta tasa de
interés afecta al consumo y a la inversión, generando en la práctica un
ajuste que puede motivar tensiones sociales: te quedás por un tiempo sin
fumar y te pone nervioso. Con Cristina
teníamos hasta 18 cuotas y ahora te piden contado rabioso, por ejemplo.
El Gobierno decidió un inicio económico
sin sobresaltos, pacífico, evitando la palabra ajuste, sea por convicción,
sea por el condicionamiento que el FPV ha puesto con bastante éxito hacia el
nuevo gobierno.
La cadena oficial de la resistencia
cristinista sigue vigente y cuenta con muchos medios que se apuran a
desmerecer toda decisión gubernamental. Además, gremios y oposición variada,
están alertas a cualquier pretensión de shock de parte del Gobierno. Es un
consenso transversal a la oposición aun cuando entre ellos ni se hablen.
Por lo tanto, para Mauricio el shock no
es una opción: el golpismo anunciado por varios se desparramará más rápido
que pronto en busca de un nuevo De la Rúa. Te recuerdo que si ello ocurriera,
Cristina podría candidatearse para un nuevo período. Es el fallo de la Corte
Suprema que permitió a Menem presentarse cuando cayó de la Rúa. Ojo al piojo,
entonces, porque el golpe es una opción para Cristina y, tal vez, sea de
mayor realismo que esperar hasta el 2019: el paso del tiempo en personas
mayores es muy limitante.
Que el Gobierno arrancara emitiendo dinero
es algo que ha sido dado por entendido: ante un Estado vacío y sin capacidad
de endeudamiento, Macri no tiene otra opción que apalancarse en la inercia
inflacionaria del último año de gobierno cristinista sobre la que puede echar
culpas al anterior gobierno. Al menos, un trimestre, ¿sí? Es importante este
otro concepto: modificar la inercia de la lógica de un sistema inflacionario
en forma gradual o, nuevamente, crear de la noche al día una nueva lógica. Es
shock. Macri arrancó por lo gradual, con lo que hay un “mientras tanto” que
sigue la lógica anterior, la cobertura del gasto del Estado mediante emisión
mientras se esperan nuevos y mayores ingresos.
Hay un economista que nos viene
diciendo con vehemencia en los medios, que la emisión monetaria llega a la
inflación entre 12 y 18 meses luego de cada emisión espúrea. Así que el
impacto de la megaemisión del gobierno de Cristina y el del último mes de
Mauricio, irán impactando durante el 2016. Sumado al 42% de devaluación, se
anticipa un año inflacionario con un 35%, lo que constituye un registro superior
a todo lo anterior, salvo algún año medido por la inflación paralela y salvo
que hagan cosas que morigeren el índice de inflación. Pero hasta ahora es
como que estamos convalidando un año con la mayor inflación en 13 años. Y guárdate
esto para más adelante.
La inflación preocupa a los argentinos
pero no es una preocupación de alta intensidad. Así que si nada se interpone,
Macri mostrará una inflación mayor aún en el 2016 con expectativa de baja en
el 2017. Baja desde un nivel muy alto, así que de un 35% podría bajarse a
¿30, 28, 25%?
Los economistas desarrollistas,
peronistas, radicales, izquierdistas y populistas, asignan a la inflación
virtudes afrodisíacas que no se dan en otros países, seguramente por causas
climáticas o tal vez el agua sea distinta, vaya uno a saber.
Pero es un entendimiento social y
político que la inflación, “bien manejada”, es algo bueno. Los fracasos en el tiempo se atribuyen a la
cuestión del “manejo” y no a la intrínseca perversidad económica y social que
genera por el sistema mismo.
Así que en el frente gremial y político,
Macri no tendrá presiones para bajar la inflación; cuando muestre que lo está
haciendo será a niveles que encantan al grueso de los argentinos y recién en
su tercer año de mandato podrá mostrar una intención de 18% anual, por
ejemplo, constituyéndose en la inflación más baja en 10 años.
Claro que si el diablo no mete la cola,
porque el gradualismo suele estallar ante comportamientos exóticos de las
variables que se utilizan para maniobrar el tema. Se comienza ajustando una
variable díscola o expuesta a condiciones inmanejables localmente, para descompensar
otra y así comienza un sainete ajustador, con su compañera, la histeria
porque, finalmente, hay que poner la platita de la fiesta.
¿Qué harán para ir bajando gradualmente
la inflación? El derrame a precios de una devaluación debiera ser más o menos
contemporáneo a la depreciación. Por su parte, debería solaparse el impacto
en inflación de la emisión monetaria del 2015 con una menor emisión desde enero
en adelante para que vaya impactando posteriormente más moderadamente en el
2017. Y muchas otras cosas que no analizamos en esta especulación.
El Gobierno deberá maniobrar con gran
capacidad para reducir el déficit y sustituir emisión con mayores ingresos
por crecimiento, gasto controlado por medidas como el aumento de la luz y el
gas, y algo de deuda en el medio de una gran
reestructuración de la gigantesca deuda y del déficit público que deja
Cristina Fernández.
Gradualismo versus shock. Aquel tiene
sus riesgos y es que las cosas tienen esa habilidad de no responder a los
designios de los planificadores. Llegada una crisis, no te queda más remedido
que el shock. Recordemos a Rodrigo o la salida de la tablita de Martínez de
Hoz; recordemos el Plan Austral de Alfonsín (donde 1 dólar equivalía a 0,80
centavos de australes) o la salida de la Convertibilidad. Hoy, es la salida
del Estado subsidiador y vaciado, endeudado y emitido. ¿Podrá ocurrir que
Macri finalmente sortee el shock sin que el gradualismo se lo chupe? He aquí
la pregunta del millón.
Las medidas de reducción de impuestos
y elevación del gasto público del inicio del gobierno de Macri se calzan con
recuperación de actividades, crecimiento económico y sustitución de subsidios
energéticos por el pase a precios que pagaremos los usuarios. Al menos se
razona en estos términos. La realidad dirá de aciertos o desaciertos.
Es decir, gastamos hoy a cuenta de
todo lo bueno que vendrá en adelante. Es una apuesta que puede afectar el
financiamiento del gobierno actual por imposibilidad de sustitución de la
emisión monetaria: si no habrá recortes inmediatos; si los empleados tomados
de más en el último año serán sometidos a una revisión de varios meses y
deberán pagarse sus sueldos y cargas sociales; si aumentamos el gasto y,
además, nadie nos presta dinero por el pésimo manejo de la deuda del gobierno
de Cristina, el tema inflación y su principal combustible, la emisión
monetaria como forma de sostener el funcionamiento del Estado, será el tema inflación
una cosa que evitarán comentar los funcionarios y la dirigencia, salvo para
la negociación de paritarias. Ahí sí
estará el tema y generará tensión política. Porque aumentos salariales
convalidando la inflación real y gradualismo se pueden llevar de patadas.
Claro que así como quienes votamos a
Macri pondremos el tema en un tiempo de esperanza, recibirá el Presidente todo
el ataque cristinista ya que, como todos sabemos, fue la primera promotora de
la inflación aunque nunca quiso cobrar derecho de autor, lo cual habla de su
humildad. Es tanta su humildad, que durante sus gobiernos no quería hablar de
ello y hasta escondió los números que demostraban su éxito en la materia. Tamaño
éxito que la sobrevivirá al menos 2 años completos hasta que se pueda mostrar
algo de parte del actual Gobierno.
Bueno. Lo anterior es hipótesis,
especulación sobre lo que venimos viendo. Además, abro el paragüas porque no
faltará el IMPOLUTO (1) que salga a reclamar que Macri prometió en campaña
bajar la inflación. Por lo expuesto, tardará en mostrar resultados al menos
dos años según nuestra hipótesis. Pero el IMPOLUTO azuzará desde su
micrófono, se rasgará las vestiduras acusando incumplimientos y esas cosas,
llenándonos de dilemas éticos y poniéndonos al borde del suicidio. Menos bola
al impoluto y más apoyo a un gobierno que arrancó como un gobierno en apuros
y que lo que está jugando es de una gran delicadeza. Sólo con el tiempo
sabremos si se trata de un castillo de naipes o una sólida casa, con
fundamento.
(1) Persona sin mancha. Se aplica en política a
los analistas y periodistas que no se manchan y cuestionan todo desde una
ética pura bajo la cual nadie gobierna. Hoy te apoyarán basados en alta ética
y, con la misma facilidad, te destruirán basados en la más mínima violación o
parecido a una violación a sus altos e inexpugnables principios éticos. Su
primer principio ético, es la independencia y, para demostrarla, están
dispuestos a comerse a quien ayudaron a escalar.
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