LA REVOLUCIÓN DEL PARQUE Y EL REVOLUCIONARISMO GENÉTICO


HOY SE CUMPLEN 130 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN DEL PARQUE O DE LA VIOLENCIA COMO PARTERA DE NUESTRA POLÍTICA

I – UN POCO DE HISTORIA PARA UNA SUERTE DE CONTEXTUALIZACIÓN

La naciente Unión Cívica produce el 26 de julio de 1890 una revolución preparada y liderada por Leandro Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y Francisco Barroetaveña, entre otros. Puso en jaque a la institucionalidad y al Presidente Miguel Juárez Celman, metido en una fenomenal crisis económica, financiera y, además, alejado por decisión propia del grupo que lo encumbró a la presidencia y acusado de corrupción y varias yerbas más.

Que nuestro país –Y TODOS LOS DEMÁS- se configuraron bajo la violencia, es una verdad de Perogrullo. Sin embargo, hoy es un tema que escandaliza, sin comprender la naturaleza humana, la violencia y su papel desempeñado en la evolución de la Humanidad, hasta el día de hoy. Mientras tanto, fracciones ideológicas nos tiramos unos a otras culpabilidades pasadas, usualmente descontextualizando los tiempos. Es común hoy, debatir el pasado con criterios de nuestra modernidad, logrados, paradójicamente, tras las secuencias de ese pasado.  

Una vez declarada la Independencia en 1816, la Argentina tuvo un largo período violento tanto internacional (guerras por límites o apoyos políticos como la de la Triple Alianza) como interna, por las autonomías provinciales, los personalismos (caudillismo) e ideológica de cómo organizar al país: unitarios y federales; monárquicos o no.

La Constitución Nacional de 1853/60 y sus reformas posteriores, tiene 167 años al día de hoy. Mucha agua y sangre pasó bajo el río para que, desde la intención de 1816 de establecer una constitución, recién se lograra 37 años después de ello, debido a la batalla de Caseros, donde el General Urquiza con apoyos del interior del país (13 de 14 provincias) terminara con el largo mandato del Gobernador Juan Manuel de Rosas para dar al país esa Constitución.

Intentos anteriores hubo y la simpleza de declarar a Rivadavia como el primer Presidente argentino, devenido de un proyecto constitucional rechazado y designado en el cargo ante la emergencia de la guerra con Brasil, se trató de algo efímero. Entre su prolífica conducción, Rivadavia logró una ley de capitalización de la Ciudad de Buenos Aires, que traería otra guerra más adelante. Cada intento constitucional, era precedido por eventos violentos entre fracciones, donde la provincia de Buenos Aires –con importante ejército propio- condicionaba el juego político nacional.

En 1853 se establece la nueva constitución, lograda a base de eventos violentos y acuerdos de buena intención, como queda dicho, y se establece una institucionalidad en el país. La Nación Argentina, declarada independiente 37 años atrás, instaura un ESTADO NACIONAL, Federal, Republicano. Por primera vez, entonces, se crean los 3 poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Ese Estado comienza a tallar en la conformación del país, debiendo ponerse por arriba de provincias cuyas autonomías eran preexistentes a ese nuevo poder que se constituía. Ese Estado Nacional, debe doblegar los partidos del interior, en cabeza de caudillos con ejércitos y, posteriormente, dominar las diversas naciones indígenas existentes en todo el país. Del centro del país para arriba, existía convivencia con alternancias bélicas, pero en la Patagonia, el país no tenía posesión del territorio. Con un Estado Nacional, el país se apresta a la incorporación de un territorio de casi el mismo tamaño del que se tenía ocupado como sucesores del Virreinato del Rio de la Plata.

La nueva institucionalidad no estuvo exenta de violencia para ratificar su presencia en el escenario, por lo que estoy dividiendo la violencia en pre-constitucional (mucha, variada y violenta) de la de 1853 en adelante, o post constitucional. En sus primeros 50 años de historia de la Constitución, el ánimo bélico en la política continuó, pero un solo dato estadístico muestra que la pacificación si bien fue llegando, lo hizo con altibajos institucionales importantes: desde Justo José de Urquiza, primer Presidente de la Constitución de 1853/60 hasta el fin de la segunda presidencia del General Julio A. Roca, transcurrieron 51 años y el promedio de cada período presidencial (establecido en 6 años) fue de 4,25 años.

AY, BUENOS AIRES, BUENOS AIRES

En los primeros años de vida institucional, fue la Provincia de Buenos Aires la causante de la violencia institucional. Por rechazar pretensiones provinciales y consolidar sus puntos de vista y poder, la provincia complicó casi todos los mandatos iniciales hasta el fin del mandato de Nicolás Avellaneda cuando se libra la guerra por el cumplimiento de la ley de Rivadavia de capitalización de la Ciudad de Buenos Aires. Las acciones bélicas entre el ejército bonaerense y la Nación, llevó al Gobierno a emigrar a Belgrano, hasta sofocar el intento. En medio de batallas, el Colegio Electoral proclama la primera candidatura del General Julio A. Roca como octavo Presidente de la Constitución de 1853. Este mandato transcurre con mayor tranquilidad. No por nada el lema fue Paz y Administración: doblegados los caudillos del interior y sus sempiternos desafíos guerreros; aceptada la Constitución y la capitalización de la ciudad de Buenos Aires por la provincia de Buenos Aires y sometida la Patagonia hasta el Cabo de Hornos (Ley 954 de 1878), dándose por cumplida la ley 215 de 1867; la gestión del nuevo Presidente transcurrió con los avatares políticos aunque pacíficos de su propia gestión y la cuestiones limítrofes de las que, en ambas presidencias, se esmeró para que no detonara una guerra entre naciones.

¿QUÉ OCURRE UN DÍA COMO HOY DE 1890? ¿QUÉ LO DISTINGUE DE LO QUE VENGO NARRANDO?

La naciente Unión Cívica - año 1890-, surge enfervorizada o a consecuencia de un estado de cosas se enfervoriza, teniendo un listado de corruptelas del gobierno y del régimen que, en su lógica política, ameritaba un abrupto final del gobierno, la toma de la Casa Rosada y el llamado a elecciones libres y transparentes.

Con Leandro N. Alem a la cabeza y el visto bueno de Bartolomé Mitre (eterno combatiente del Estado Nacional aún habiendo sido su quinto presidente), se organiza y detona una revolución con aquel propósito golpista. Como todo golpe de estado, las mejores intenciones morales estaban allí justificándolo. Dos días de combates intensos en Plaza Libertad, el actual Palacio de Tribunales; el Retiro (actuales estaciones de trenes), civiles con militares afines, desarrollan combates que jaquearon por momentos a una confundida fuerza militar gubernamental. Se establecieron corredores en las azoteas, derribando muros, por ejemplo, y esa movilidad confundía la represión. Dos días de tregua, un armisticio y una amnistía, , devolvieron a la normalidad a la ciudad de Buenos Aires, principalmente. Como en todos los golpes, la Marina también jugó un papel y buques tomados por los rebeldes, bombardeando con mala puntería la zona de la Casa de Gobierno. Amnistías de por medio (como en los episodios guerreros anteriores y futuros), el Presidente Juárez Celman, debilitado por la situación económica y financiera del país, sus intentos de constituir un poder propio distinto de sus mentores y el hecho revolucionario, llevaron a su renuncia dos años y cuatro meses antes de terminar su mando. Lo terminó el Vicepresidente, Carlos Pellegrini y Roca como Ministro del Interior.

La anterior renuncia de un Presidente fue la del segundo Presidente de la Constitución de 1853/1860, Santiago Derqui, quien renuncia ante el embate del General Mitre desde la Provincia de Buenos Aires. Lo sucede el Vice, Juan Esteban Pedernera quien al segundo mes declara la caducidad del gobierno y se produce un tiempo de acefalía de un año que cubre, de facto, el General Mitre. Éste, luego, revalida el título bajo la Constitución, reponiendo la institucionalidad y la secuencia presidencial.

II – LAS NACIONES INDÍGENAS Y EL ORDEN CONSTITUCIONAL

Si bien el último malón se dio en 1919 cuando la masacre del fortín Yunká en Formosa, los presidentes de la Constitución debieron lidiar tanto contra el estado de guerra interior de los caudillos provinciales como el de las naciones indígenas. Así, Sarmiento se las ve peliagudas y Avellaneda en sus inicios también. Ambos toman acciones de gobierno para terminar con los malones y concretar la ocupación del territorio, aunque es Avellaneda quien lo resuelve una vez que nombra a Julio A. Roca Ministro de Guerra. Se contaba con la Ley 215 de 1867 (Presidencia legal de Bartolomé Mitre) para la ocupación del territorio y, por ley 947 de 1878 se decide la ocupación militar del territorio. La ya mencionada ley 954 de igual año, amplió la ley 215, la que ordenaba llegar hasta las márgenes de los Ríos Negro y Colorado, llevando la potestad del Estado Nacional hasta el Cabo de Hornos. Fueron los principales hechos indígenas que conmovieron tanto a la provincia de Buenos Aires como al Estado Nacional, los siguientes:

>El 13 de febrero de 1855, Calfucurá, Catriel y Cachul arrasaron la localidad bonaerense de Azul al frente de 2000 guerreros, muriendo 300 personas y llevándose cautivas a 150 familias y 60 000 cabezas de ganado. Presidencia de Justo José de Urquiza. Gobernador de Buenos Aires, Pastor Obligado.

>En 1857, el jefe Coliqueo atacó Pergamino y se apoderó de 40 000 reses. Mismos gobernantes anteriores.

>El 19 de mayo de 1859, la Fortaleza Protectora Argentina fue atacada por Calfucurá con 3000 guerreros, siendo el último malón a la ciudad de Bahía Blanca. Presidente Justo J. de Urquiza. Gobernador bonaerense: Valentín Alsina.

>El 5 de marzo de 1872, Calfucurá, con un ejército de 6000 guerreros, atacó los pueblos de General Alvear, Veinticinco de Mayo y Nueve de Julio, matando a 300 criollos y haciéndose con 200 000 cabezas de ganado. Presidente: Domingo F. Sarmiento. Gobernador, Emilio Castro.

>El "Malón Grande", que comenzó en diciembre de 1875, fue una conjunción de guerreros de Namuncurá, lanzas trasandinas, ranqueles, indios de Pincén y de Catriel que se sublevaron contra el Gobierno nacional. Un total de 3500 lanzas (otras fuentes hablan de 5000) asolaron los partidos de Azul, Tandil, Olavarría, Juárez, Tapalqué, Tres Arroyos y Alvear, una extensión de casi 7000 kilómetros cuadrados. Solamente en Azul dejaron 400 muertos. Se llevaron 500 cautivos y un total de 300 000 reses. Los indios fueron vencidos el 18 de marzo de 1876 en la batalla de Paragüil, recuperándose numerosos animales. Presidente: Nicolás Avellaneda. Gobernador, Carlos Casares.

(Como dato curioso, la revolución de 1880 al mando del Gral. Mitre, contó con la presencia de 1000 indios en sus filas). 

La campaña al desierto del Presidente Avellaneda, llevada a cabo por su Ministro de Guerra, Julio A. Roca, en base a un plan evaluado por una comisión integrada por el expresidente Mitre, Vicente Fidel López, Álvaro Barros, Carlos Pellegrini y Olegario V. Andrade, se realizó a finales de 1878, a dos años de finalizar su mandato Avellaneda. Se dio por concluida en 1885.  

III – UNA DISGREGACIÓN

Hasta el séptimo presidente de la Constitución de 1853/60 –Nicolás Avellaneda-  las guerras fueron las del Paraguay, con Brasil e internas, de los propios actores provinciales entre sí o contra Buenos Aires y ésta contra las demás. La cuestión indígena se hizo crecientemente relevante cuando ya pacificadas las provincias, establecido un sistema constitucional que se consolidaba y el reagrupamiento indígena y los malones hasta el centro de la provincia de Buenos Aires, produjo la  intervención al Ejército para imponer el imperio del novedoso Estado argentino en todo el territorio.

IV - UNA NUEVA VIOLENCIA INSTITUCIONAL

Lo que deviene en 1890 es un modo de tallar la política, justificando la interrupción del sistema legal constitucional mediante asonadas armadas. Las hubo de varios  tipos, siempre en mi opinión:

1 – Liderados por políticos, por partidos. Contaron con militares en sus filas, pero era el partido Radical –dado el motivo de haber sido el primero-  el motor de esta estrategia, iniciado por Alem-Mitre pero seguido de cerca y, posteriormente, fogoneado por Hipólito Yrigoyen. Fueron ellas:

>Revolución del Parque: protagonizada en 1890 por la Unión Cívica. Presidente amenazado: Miguel Juárez Celman. Renunció luego de doblegada la intentona.
>Revolución radical de 1893: protagonizada por Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen. Contra Luis Sáenz Peña. Doblegada la revolución, el Presidente renuncia.
>Revolución radical de 1905: protagonizada por Hipólito Yrigoyen. Presidente, Luis Sáenz Peña quien muere en el cargo y es sucedido por José Figueroa Alcorta hasta terminar el mandato.
>Revolución radical de 1932: protagonizada por Atilio Cattáneo. Presidente: Agustín P. Justo, quien finaliza su mandato.
2 – Revoluciones lideradas por militares, como las de 1930 y 1943, ambas exitosas al desplazar al Presidente en ejercicio, cerrar el Congreso y condicionar a la Corte Suprema. Las revoluciones posteriores, fueron contra Perón y contra presidentes elegidos con las formalidades constitucionales aunque con la proscripción del peronismo. Fueron revoluciones con apoyo políticos partidarios.

3 - La Revolución de 1976 se trataría, en mi opinión, de la única revolución netamente militar ante la falta de conducción del Estado de parte de la heredera del gobierno, la viuda de Perón. Sin embargo, contó con el beneplácito aún del peronismo, del arco partidario y de la población, siendo la justificación el estado de caos institucional, político y social del país, obrando como un reseteo del sistema, aunque su ejercicio merezca análisis puntual. Finalmente, el "reseteo" institucional se dio,  a partir del año 1983, reforma constitucional (1994) incluida.

4 – Revolución netamente política: un partido en la oposición, promoviendo una oposición activa, movilizando las calles, según su alta capacidad para hacerlo, derrumba un gobierno radical (Fernando de la Rúa), ya vulnerable por la crisis política  intra Alianza, de la que, abruptamente,  renuncia el Vicepresidente Chacho Álvarez. 

Durante el Gobierno de Mauricio Macri, un sector del peronismo intentó recrear este ambiente, pero el peso del golpe del 2001 sobre las espaldas justicialistas los obligó a hacer una cuestión propia de que este gobierno llegara al final de su mandato.

V - FINALIZANDO

*La violencia física, verbal y gestual está en nuestro ADN, como también en el ADN humano y no hay explicación alguna del pasado si se pretende omitir o desfigurar este componente de la evolución de la humanidad y nuestro, también. Hoy mismo, asistimos a una violencia de tipo verbal y hasta mediante el uso de huestes callejeras, como herramienta política de condicionamiento al gobernante de turno para su desestabilización o apoyo.

*La construcción de la institucionalidad argentina, ha sido amenazada desde sus inicios tanto por las guerras internas civiles argentinas, las definiciones guerreras entre unitarios y federales, partido liberal, partido federal. Luego, los propios partidos políticos han utilizado la violencia para torcer el rumbo de lo que se daba y no les gustaba. Especialmente, estar fuera del poder. Esto se verifica especialmente en el tramo 1983-2020, donde el peronismo fuera del poder (poco tiempo), jugó a la desestabilización de gobiernos no propios hasta poder volver. Y, aquí y ahora, ese peronismo en el poder, genera desestabilización institucional aunque política,  en su afán de construir una institucionalidad propia, que lo eternice en el poder, le permita adoctrinar a toda la nación en sus principios y postulados y manejarse como propietarios del poder. Tal vez sean tan conservadores que son los herederos del modelo del “patrón de estancia” aunque hablan de un “nuevo orden”. Populismo versus liberalismo sería la pugna en juego, tan de la primera mitad del 1800.

*Los propios partidos que se autoproclaman “democráticos”, la UCR y el propio peronismo, cuentan en su ADN el revolucionarismo institucional. Los calma el establecer sus propias instituciones. Lo curioso, es que entre ambos partidos -y ya es cultura en nuestro país-, se habla siempre de democracia y se omite a la República, hasta que se llega a un lìmite extremo que nos pone al borde del abismo.

*Hoy por hoy, el único líder político que exhibe el tema de la República, es Miguel Ángel Pichetto con su intento de  partido Lealtad Republicana y un discurso con cuerpo al respecto. 

*Los períodos de hegemonía personalista será materia de otro trabajo, pero nuestra historia y presente, también se pueden leer por este hilo conductor: los personalismos, figuras fuertes, animales políticos que establecen su dirección por muchos años. Hoy, por primera vez en nuestra historia, una familia está en el centro del escenario político: esposo y esposa gobernaron 12 años. Ella hoy conduce al gobierno y en un par de años, un descendiente de la familia puede ser Presidente. ¿Será gratis desde la paz político-institucional? Veremos. Lo cierto, es que son previsibles alteraciones de parte de la sociedad ante esta posibilidad.

*Hay muchos más hechos violentos en nuestra política institucional: desde tiroteos en actos electorales, robos de urnas, apasionados debates y hasta crímen en el Congreso. Estos hechos son de menor grado respecto de lo expuesto en el texto principal. 

Bueno, intentando establecer algunos hilos conductores de nuestra historia y presente, creo que me fui. Hasta la próxima.



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